LENGUAJE Y DESARROLLO PSICOLÓGICO
¿Qué entendemos por lenguaje?
El lenguaje es una función compleja que permite
expresar y percibir estados afectivos, conceptos, ideas... por medio de signos
acústicos o gráficos. La función del lenguaje supone:
·
Un sistema de reglas: pues la lengua es la que
especifica la manera de utilizar el material verbal para significar
(simbolizar) la realidad exterior o imaginaria.
·
La materialización de este sistema de reglas en
comportamientos concretos de palabra y escritura.
El lenguaje es el rasgo más característico de la
especie humana y es distintivo con respecto a otras especies. Todas las
especies animales poseen conductas para comunicarse, pero en ninguna de ellas
podemos encontrar algo semejante al lenguaje. Por lenguaje hay que entender
“aquella función compleja que permite expresar y percibir estados afectivos,
conceptos, ideas, por medio de signos acústicos o gráficos”
El lenguaje es un sistema de signos o símbolos
que se usan para la comunicación en una codificación determinada, para la
representación de objetos, personas, acontecimientos, pensamientos... esta
representación supone procesos materiales de naturaleza física y fisiológica
(motora y acústica-perceptiva), cognitiva, emocional y social.
El desarrollo del sistema lingüístico es
imprescindible para el desarrollo social e intelectual y viceversa. Por tanto,
evaluar el desarrollo del lenguaje es evaluar el desarrollo de un sistema de
comunicación interactivo que sirve para establecer contacto con el mundo
circundante, establecer relaciones para aprender y poder pensar (Del Barrio,
1997).
Las funciones del lenguaje son la comunicación y
la representación.
El lenguaje potencia el desarrollo cognitivo, y
viceversa.
El lenguaje se adquiere en y por el medio social;
el medio social, a su vez, condiciona el tipo de lenguaje.
El lenguaje se ve afectado por carencias
afectivas.
¿Qué supone la adquisición del lenguaje?
Supone un gran cambio, pues se amplían las
posibilidades comunicativas consigo mismo y con los demás. El lenguaje es un
instrumento de conocimiento y transformación de la realidad.
Los niños comienzan a usar el lenguaje no porque
tengan una capacidad de uso del lenguaje, sino porque tienen necesidad de
conseguir la realización de cosas que su uso les confiere. Los padres los
ayudan con un espíritu semejante: los quieren ayudar a convertirse en seres
humanos civilizados, no sólo en hablantes del lenguaje. (Bruner, 1986).
DIMENSIONES DEL LENGUAJE
El lenguaje presenta tres dimensiones fundamentales
(Pérez Pereira, 1981), la del contenido, la de la forma y la del uso.
·
Contenido: Es su significado o semántica;
la representación lingüística de lo que una persona conoce acerca del mundo. Es
el aspecto del lenguaje que más directamente se relaciona con el desarrollo
cognitivo del niño.
·
Forma: la forma del lenguaje puede
describirse en término de las unidades de sonidos, lo que hace la fonología; de
las unidades mínimas dotadas de significación, aspecto estudiado por la
morfología; y de la forma en que las unidades con significación se combinan
unas con otras para formar oraciones, lo que constituye el objeto de la
sintaxis. Este aspecto de la competencia lingüística incumbe sobre todo al
desarrollo gramatical y fonológico.
·
Uso: El uso del lenguaje presenta dos
aspectos fundamentales. El primero son los fines o funciones del lenguaje: los
motivos por los que la gente habla. El segundo es la influencia del contexto,
que afecta a la manera como los individuos comprenden el lenguaje y escogen
formas lingüísticas diferentes para alcanzar sus fines. Este aspecto se
relaciona con el desarrollo comunicacional y social cognitivo y constituye el
objeto de la pragmática.
LA COMPETENCIA LINGÜÍSTICA
La competencia lingüística puede ser definida
como una integración de contenido, forma y uso, lo que implica la capacidad de
expresar y comprender contenidos en formas lingüísticas adecuadas al contexto y
para el logro de ciertas intenciones. Con el desarrollo de la competencia
lingüística del niño, éste va siendo capaz de expresar más contenidos, y de
hacerlo de una manera más adecuada al contexto, empleando para ello un
repertorio de formas lingüísticas cada vez mayor. Esto lo capacita para
expresar un mismo contenido con formas variadas y diferencialmente apropiadas
al contexto.
Podemos destacar el gran cambio que supone la
conquista del lenguaje verbal por parte del niño. Sus posibilidades
comunicativas se amplían, hasta el punto de que cambia su modo de relacionarse
con el mundo externo y también con su mundo interior. La adquisición del
lenguaje comporta la incorporación de uno de los instrumentos culturales más
apreciados.
FUNCIONES DEL LENGUAJE
El lenguaje va a tener dos grandes funciones: La
de representación y la de comunicación. El lenguaje se encuentra fuertemente
vinculado al pensamiento humano, constituyendo un elemento esencial del mismo,
además, le da unas posibilidades insospechadas.
LENGUAJE Y DESARROLLO PSICOLÓGICO. LENGUAJE Y
DESARROLLO COGNITIVO
El lenguaje se relaciona con todos los aspectos
del desarrollo psicológico: cognitivo, social y afectivo.
EL DESARROLLO COGNITIVO
El lenguaje tiene una estrecha relación con el
desarrollo cognitivo; Desde que afirmamos que el lenguaje tiene dos funciones
principales, comunicación y representación estamos hablando de la profunda
relación pensamiento-lenguaje. Al dar un nombre a un objeto o concepto se está
incrementando la habilidad del niño para identificar dicho objeto o concepto,
para imaginarlo, emplearlo y recordarlo.
Teorías del desarrollo cognitivo:
· La
corriente conductista (Skinner, Watson): El habla y el pensamiento es fruto
de la repetición, imitación o reforzamiento; la diferencia entre lenguaje y
pensamiento es que el pensamiento carece del componente motor externo que
caracteriza al habla.
· Relativismo
y determinismo lingüísticos (Whorf): El lenguaje condiciona la forma de
pensar y de comprender el mundo. Hay tantas concepciones del mundo y
pensamientos como lo permita la diversidad de la lengua.
· Psicología
soviética (Vygotsky, Luria): El lenguaje regula la conducta.
· La
gramática generativa (Chomsky): Sostiene que el lenguaje es independiente
del pensamiento u otros aspectos del desarrollo, y que la adquisición del
lenguaje es posible gracias a la existencia de un LAD (Language Acquisition
Device) innato en la especie humana.
· Teoría
Piagetiana (Piaget y otros): Sostiene que el desarrollo lingüístico sigue
los pasos marcados por el desarrollo intelectual. El lenguaje está considerado
sólo como una forma de representación, juntamente con otras como el juego
simbólico o la imitación diferida. Piaget sostiene que el pensamiento es
anterior al lenguaje.
· La
hipótesis interaccionista (Bowerman, Dore): Esta hipótesis diferencia entre
estructuras de conocimiento y estructuras lingüísticas. Mantiene que ciertos
aspectos del desarrollo lingüístico dependen de ciertos aspectos del desarrollo
intelectual, pero también que el lenguaje se desarrolla autónomamente en otros
aspectos y que también puede influir en la construcción y más clara delimitación
de las categorías cognitivas.
Pérez Pereira sostiene que ninguna de estas
teorías aporta una explicación completa de las relaciones lenguaje-pensamiento.
Pérez sostiene que para que aparezca el lenguaje es necesario que se de un
cierto nivel de desarrollo en las áreas de lo cognitivo, lo comunicacional y lo
formal-verbal. Sólo cuando el niño es capaz de integrar estos logros aparece el
lenguaje, es decir, la capacidad de expresar unos contenidos semánticos en
formas lingüísticas que se ajustan a determinadas reglas gramaticales que se
usan adecuadamente teniendo en cuenta el contexto y con el fin de alcanzar
determinados propósitos ejerciendo sobre otros el efecto adecuado para ello.
La experiencia cognitiva y comunicacional y de
verbalización anterior es fundamental para la aparición del lenguaje en el
niño. Esto revela que el desarrollo estrictamente lingüístico no puede ser
ajeno a la influencia de otros aspectos del desarrollo, como el cognitivo y el
social.
EL DESARROLLO SOCIAL
El lenguaje se va a adquirir gracias a que el ser
humano se encuentra inmerso en un grupo social que le va a enseñar cómo usar el
lenguaje y le transmite a través de él sus valores culturales. El niño va a
aprender a utilizar el lenguaje porque así podrá acceder a las funciones que su
uso permite, ya que de este modo su comunicación con los demás sería mucho más
difícil.
El medio social en el que nace el niño tiene una
gran influencia en el tipo de lenguaje que el niño va a manejar. El lenguaje
que recibe el niño va a ser tan diverso como diferentes son los contextos de
uso del lenguaje, reflejando muy sensiblemente las diferencias sociales y
culturales.
El nivel educativo de los padres va a influir en
el tipo de lenguaje que dirijan a sus y que más tarde éstos van a manejar. Por
esto es muy importante la adopción de medidas compensatorias que suplan las
dificultades con las que estos niños pueden encontrarse cuando se enfrenten con
el lenguaje formal que se usa en el contexto escolar.
EL DESARROLLO AFECTIVO
Lenguaje y desarrollo afectivo están íntimamente
relacionados. Para la especie humana tienen gran importancia los afectos. Desde
el nacimiento cobra gran importancia la relación con los demás, pero no
únicamente con el objetivo de suministrar alimento y protección, sino también
afecto. En niños con inteligencia normal y sin patologías mentales se ha
demostrado cómo las carencias y / o el maltrato afectivo influyen en su nivel
de lenguaje, retrasándolo y empobreciéndolo.
TEMA 2: APROXIMACIÓN HISTÓRICA AL ESTUDIO
DEL LENGUAJE INFANTIL
EVOLUCIÓN HISTÓRICA EN EL ESTUDIO DEL LENGUAJE
INFANTIL
Entre finales del s, XVIII y principios del s.
XIX, surgen los primeros estudios sobre la adquisición del lenguaje. Se
hicieron investigaciones de tipo biográfico y observacional con niños muy
pequeños. Sobre todo, los estudios se centraron en la amplitud y el desarrollo
del vocabulario. De este periodo destacan los autores: Taine (1870); Darwin
(1877); Leopold (1939-1949).
En el periodo existente entre las dos guerras
mundiales crece el interés en el desarrollo del lenguaje, así como el nivel de
publicaciones sobre el tema. Así, se publica la primera obra de Piaget
(Cognitivista), llamada “Pensamiento y lenguaje en la infancia” (1923), donde
se llega a la conclusión de que el uso egocéntrico del lenguaje precede al uso
social y comunicativo. También vemos cómo resulta necesario tener unos
prerrequisitos cognitivos en la adquisición del lenguaje, es decir, resulta
necesario poseer cierta capacidad cognitiva de abstracción. Vygotsky en
su obra “Pensamiento y lenguaje” (1934-1962) nos habla de la sociabilidad del
niño y de sus medios de comunicación desde los inicios de su vida. E lenguaje,
antes que una estructura, es un instrumento para regular y controlar los
intercambios comunicativos. Sin embargo, podemos decir que la génesis del
lenguaje comienza antes de que el niño comience a hablar.
En los años 50 y 60 surgen corrientes como la
psicolingüística, donde Osgood, en 1954, propone una explicación
psicológica (la psicolingüística) de los hechos lingüísticos que recoge las
aportaciones de la Psicología Cognitiva del Procesamiento de la Información,
que conceptualiza a los seres humanos como sistemas manipuladores de
información.
Skinner (1957), en “Verbal Behavior”,
propone una explicación conductista del lenguaje verbal.
Desde la corriente lingüista Chomsky escribe
“Estructuras sintácticas”, donde se propone el carácter innato del lenguaje,
proponiendo el entorno como desencadenante de la adquisición. Así surge la
psicolingüística generativa.
A partir de los años 70, los seguidores de
Chomsky van a estudiar el lenguaje infantil para identificar sus reglas
gramaticales. Va a comenzar la época de la gramática pivote, que ejerció una
gran influencia en Piaget y en sus colaboradores Sinclair y Ferrero.
Sin embargo, este modelo de la gramática pivote
tenía deficiencias en la explicación sintáctica, en la introducción a la
semántica y el significado de las expresiones.
También en los años 70 va a aparecer Vygotsky.
En esta época se van a incorporar la pragmática a
las investigaciones psicolingüísticas. Para hablar no basta con conocer las
reglas fonológicas, sintácticas y semánticas, sino que también hay que saber
cómo usarlas. Hablar de pragmática es hablar de la utilización que hacen los
usuarios de los signos lingüísticos, teniendo en cuenta el contexto, el tema
tratado y las características de los interlocutores. Por lo tanto se va a
considerar al lenguaje infantil dentro del marco de un proceso comunicativo.
Esta perspectiva enfatiza los aspectos instrumentales del lenguaje, de modo que
se conozcan perfectamente sus reglas de funcionamiento interno, si no se sabe
cómo de usan difícilmente se puede aprender a usar el lenguaje: sólo usándolo
se puede usar el lenguaje.
Los estudios actuales sobre adquisición del
lenguaje comienzan en el marco del debate establecido entre Skinner y Chomsky
sobre el carácter innato o aprendido del lenguaje. Este debate se inserta en la
controversia ambientalismo- mentalismo en el origen de las conductas humanas.
PSICOLINGÜÍSTICA EN LA ADQUISICIÓN DEL LENGUAJE:
AMBIENTALISMO Y MENTALISMO
Tradicionalmente han existido dos posiciones
divergentes frente al problema de la conducta lingüística del ser humano: el
ambientalismo y el mentalismo
· Ambientalismo
(Skinner y Watson): También recibe el nombre de empirismo. Este modelo
supone que ninguna estructura lingüística es innata, pues supone que el
lenguaje se aprende únicamente a través de la experiencia. Los niños, pues,
aprenderían el lenguaje mediante principios generales de aprendizaje que,
generalmente, se consideran iguales a los que existen en muchas otras especies.
El exponente del ambientalismo es el conductismo, y de los autores
ambientalistas destaca Skinner (1957).
· Mentalismo
(Chomsky): También recibe el nombre de racionalismo. Supone que la
estructura del lenguaje está en gran medida determinada biológicamente, siendo
la función de la experiencia, no tanto enseñar directamente, sino activar la
capacidad innata convirtiéndola en competencia lingüística. El entorno sería un
mero desencadenante de la adquisición. Los mentalistas no niegan que la
experiencia tenga una función, puesto que el niño tiene que oír el lenguaje
para poder aprender a hablar, pero piensan que el ser humano posee una facultad
especial para aprender el lenguaje. El origen de la teoría racionalista fue la
observación de que sólo el hombre posee lenguaje. Pero igualmente importante es
la observación de que el lenguaje es una posesión común a todos los seres
humanos, es decir, que el lenguaje es específico de la especie y uniforme en la
especie. De los autores mentalistas destaca Chomsky (1959).
A pesar de que la teoría de Chomsky es
marcadamente lingüista y, además, destaca los aspectos formales,
desinteresándose por el carácter comunicativo del lenguaje, tuvo una gran
relevancia, ya que permitía superar el reduccionismo conductista. De este modo
surge la psicolingüística generativa.
El enfoque de Chomsky denominado “gramática
generativa y transformacional”, sostiene que la adquisición del lenguaje debe
tener una base biológica (hipótesis innatista) importante, dado que:
· Los niños
pequeños lo aprenden de forma tan rápida y con tanta facilidad y durante un
periodo del desarrollo en el que sus capacidades cognitivas aún son poco
sofisticadas.
· Los niños
aprenden su lengua pueden emitir y comprender muy pronto un número
prácticamente ilimitado de enunciados a pesar de la complejidad del sistema
lingüístico. Desde los comienzos los niños tendrían un conocimiento implícito
de esas reglas, lo que explicaría por qué los niños aprenden estructuras
lingüísticas tan complejas en un tiempo tan breve.
· La
regularidad en las etapas generales de aparición del lenguaje en los niños y,
en general, entre los diferentes ambientes lingüísticos.
· El lenguaje
que utilizan los adultos del entorno del niño deja mucho que desear, ya que frecuentemente
usan estructuras gramaticalmente incorrectas. De modo que el entorno actuaría
sólo como desencadenante de la adquisición pero no desempeñaría un papel
relevante en el mismo. Sin embargo, investigaciones posteriores han demostrado
que las personas no hablan a los niños en la misma forma en que hablan con los
hablantes expertos, sino que utilizan con los niños un estilo de lengua
denominado maternal, que es claro, simple y gramaticalmente correcto.
· Los niños no
pueden aprender la lengua simplemente por imitación de lo que oyen, porque
pueden producir y comprender un número ilimitado de frases nuevas. Pero los
teóricos del aprendizaje social han demostrado que aprender por imitación no
implica copiar exactamente y que el modelado puede explicar el sistema basado
en reglas que los niños llegan a utilizar.
· Los padres
no enseñan específicamente a los niños las reglas de la lengua. Sin embargo,
posteriores análisis de interacciones padres- hijos indican que los padres sí
responden a la exactitud gramatical del habla de sus hijos, proporcionándoles
una variedad de formas de instrucción.
Chomsky defiende la autonomía del lenguaje, que
los logros lingüísticos del niño son independientes de su desarrollo
intelectual. Su objetivo es resaltar que el lenguaje no se ve influido en
ninguna medida importante por el pensamiento. De este modo, no es una capacidad
derivada secundariamente de la inteligencia, sino una adquisición nueva e
independiente de la mente humana. La formulación de Chomsky es la versión más
fuerte del paradigma cognitivo, ya que presupone que el sujeto posee
conocimientos anteriores a cualquier experiencia, que son los que le dan
sentido y estructuran.
Movidos por el interés por demostrar las
hipótesis chomskianas, colaboradores y seguidores suyos comenzaron a estudiar
el lenguaje infantil con la intención de identificar las reglas de su
gramática, concluyendo que en cada momento de desarrollo lingüístico el niño
posee una gramática coherente y completa, que puede describirse perfectamente con
una formulación chomskiana. Estas gramáticas infantiles evolucionan con el
tiempo hasta llegar a coincidir con la gramática adulta. Este movimiento
ejerció una gran influencia, ya que incluso Piaget va a prestar más atención al
lenguaje y algunos de sus colaboradores se dedicarán al estudio de las
implicaciones de su teoría sobre el desarrollo del lenguaje, destacando
Sinclair (1967) y Ferrero (1971).
Diferencias entre las posiciones mentalista y
ambientalista:
· Los
ambientalistas sostienen que muy poco de la estructura psicológica es innata,
mientras que los mentalistas sostienen que gran parte lo es.
· Para los
empíricos el niño no posee ninguna habilidad especial para aprender el
lenguaje, sólo posee habilidades generales para aprender. Los mentalistas
opinan que el ser humano posee una facultad especial para aprender el lenguaje.
TEMA 3: MÉTODOS DE ESTUDIO DEL LENGUAJE
INFANTIL
La evaluación del lenguaje infantil debe
considerar los siguientes fenómenos:
·
Complejidad del lenguaje.
·
Heterogeneidad de sus trastornos.
·
Falta de consenso entre las teorías que explican
su desarrollo.
·
Diversidad de marcos teóricos en la elaboración
de instrumentos de evaluación.
·
Dificultades del proceso de evaluación en
poblaciones infantiles.
Las características que adopte la evaluación
están afectadas por el objetivo de dicha evaluación.
La evaluación del lenguaje infantil se puede
hacer utilizando el canal receptivo (lenguaje comprensivo) y/o el canal emisor
(lenguaje expresivo).
La evaluación va a variar en función del estadio
evolutivo donde se encuentre el niño.
En la etapa prelingüística se evalúan,
principalmente los siguientes elementos:
· La
discriminación auditiva: Atender a fuentes sonoras, responder emocionalmente a
diferentes tonos de voz...
· Gestos
comunicativos: Contacto ocular, contacto físico, llamada, rechazo, señalar
objetos, atención...
· Requisitos
previos a la instalación del lenguaje: Procesos imitativos, desarrollo motor...
ya que son considerados esenciales en la adquisición de las primeras etapas del
lenguaje.
En la etapa lingüística se van a evaluar y
analizar los siguientes aspectos:
· Elementos
fonológicos: Articulación, velocidad y acentuación.
· Elementos
morfológicos: Los términos (sustantivos, adjetivos, preposiciones, verbos...) y
los aspectos gramaticales (tiempo, género y número adecuados...)
· Elementos
sintácticos: La longitud media de la emisión (LME), la estructuración de las
oraciones y su complejidad.
Los aspectos sintácticos y morfológicos están
íntimamente unidos, por tanto, su separación es una distinción artificial que
en el lenguaje real no se produce.
En la etapa lingüística también vamos a analizar
el contenido, donde vamos a evaluar el carácter estrictamente simbólico del
léxico, es decir, su semántica, lo que se puede hacer a distintos niveles:
·
El significado léxico de las palabras aisladas
·
El papel semántico o su funcionamiento en una
frase determinada.
En la etapa lingüística también vamos a evaluar
la pragmática o funcionalidad del lenguaje del sujeto. Se pretende aquí
determinar la competencia de un sujeto para la comunicación, si los registros
de uso se modifican según los distintos contextos o interlocutores.
Los elementos concretos a evaluar son:
·
Intentos y frecuencia de la comunicación.
·
Eficacia y adecuación de la comunicación.
·
Las distintas funciones del lenguaje.
·
La observación del conocimiento del turno de la
palabra.
·
La observación de la marcha y organización del
discurso.
Por lo tanto, en la etapa lingüística los
aspectos a evaluar van a ser los aspectos formales, el contenido y el uso.
ESTRATEGIAS PARA LA EVALUACIÓN DEL LENGUAJE
Las estrategias ideadas para la evaluación de los
elementos que hemos visto dependen, además de las distintas metodologías de
origen, del lenguaje al que están dirigidas. La exploración del lenguaje oral
espontáneo, para niños muy pequeños, se hace fundamentalmente en una
conversación no formalizada o en situaciones de juego. Con el lenguaje gestual
se utiliza, fundamentalmente, la observación y la categorización de todas las
conductas motoras comunicativas. Sobre todo hay que tener en cuenta el
contexto, lo cotidiano, los objetos que el niño tiene en casa, la guardería,
etc...
Cuando la evaluación del lenguaje oral se realiza
mediante instrumentos, cada uno va a hacer hincapié en unas determinadas
facetas del lenguaje. Sin embargo, existen unas estrategias básicas que son
repetidamente utilizadas, especialmente en las pruebas estandarizadas. Estas
estrategias son:
·
Estrategias para evaluar la discriminación
auditiva: movimiento de cabeza (lenguaje gestual), para lo que el
evaluador produce un ruido fuera del campo visual del sujeto.
·
Estrategias para evaluar la articulación
(forma): imitación (lenguaje expresivo), para lo que el evaluador
dice una palabra y el niño la repite, y denominación, para lo que el
evaluador muestra una imagen y el sujeto dice su nombre.
·
Estrategias para evaluar la comprensión y la
significación (contenido): mostración (lenguaje comprensivo), donde
el evaluador presenta dos o más objetos y nombra uno de ellos para que el niño
lo señale; En la categorización el evaluador proporciona distintos
términos a incluir en categorías o distintas categorías para las que busca
términos. En la denominación (lenguaje expresivo) el evaluador presenta
dos o más objetos y señalando uno de ellos pregunta. ¿esto qué es?; en la ejecución
el evaluador da una orden que el sujeto debe ejecutar. Mediante la relación
el evaluador presenta oral o visualmente un objeto y pide al niño que diga lo
opuesto. Mediante el completamiento se da una frase incompleta que el
sujeto debe terminar.
·
Estrategias para evaluar la sintaxis:
Mediante la elicitación (lenguaje expresivo) se presenta al niño una
lámina con una escena dinámica y se pregunta ¿qué pasa aquí?. Con la narración
se le demanda al niño que cuente un cuento.
·
Estrategias para evaluar la pragmática:
mediante la necesidad (lenguaje expresivo) se retira un objeto deseado
para provocar su petición.
CUATRO VÍAS CLÁSICAS PARA LA EVALUACIÓN DEL
LENGUAJE
Existen cuatro vías clásicas para la evaluación
del lenguaje: escalas de desarrollo, observación directa de la conducta
lingüística del sujeto, pruebas estandarizadas y pruebas no estandarizadas. Las
escalas de desarrollo y la observación del lenguaje se usan más frecuentemente
en los primeros estadios (0-5 años); las pruebas estandarizadas son más
frecuentes a partir de los 6 años y las no estandarizadas se usan en todos los
niveles de edad. Ninguna de estas metodologías es excluyente.
Escalas de desarrollo (Escala De Bayley)
Las escalas evolutivas se refieren al desarrollo
general de los sujetos incluyendo el área verbal. Las preguntas referidas al
área del lenguaje son muy parecidas en todas las escalas. Como ejemplo podemos
citar las siguientes para niños muy pequeños:
·
Mueve las piernas, la cabeza y ojos en respuesta
a la voz y el ruido.
·
Vocaliza cuando se le habla.
·
Vuelve la cabeza en la dirección de la fuente
sonora.
·
Vocaliza emociones, comienzan los distintos
tonos de voz.
·
Emite sonidos diferentes ante emociones
diferentes.
·
Imita sonidos.
·
Emite repeticiones silábicas (ma-ma)
·
Hace gestos diferentes en relación con
canciones.
·
Hace sonidos onomatopéyicos (guau- guau).
·
Inhibe la acción ante el “no”.
·
Emite jerga con prosodia (utiliza diferentes
entonaciones).
·
Imita aproximadamente las palabras.
·
Usa dos palabras funcionalmente (combinación de
dos palabras).
·
Utiliza gestos para la comunicación.
·
Ante la orden verbal señala partes de su cuerpo.
·
Ante la designación de un objeto lo denomina.
La mayoría de estas escalas de desarrollo recoge
los grandes rasgos del desarrollo del lenguaje y coinciden en su secuenciación;
según las distintas épocas se hace más hincapié en aspectos gestuales,
fonéticos, gramaticales, sintácticos o funcionales. Su uso permite la
comparación de cualquier sujeto evaluado con su grupo de edad.
Observación directa
Son estrategias que limitan el tiempo de la
observación sin que por ello se pierda la riqueza ni la espontaneidad de la
evaluación. Los problemas se plantean a la hora de decidir quién, cuándo, dónde
y cómo hacer los registros de lenguaje para conseguir la máxima calidad con el
mínimo costo.
Para la recogida de datos se trabaja con
registros mecánicos como grabaciones de sonido o filmaciones.
Existen normas para la transcripción del habla
infantil grabado; estas normas permiten el uso del material grabado por
diferentes personas. Una de las propuestas más conocidas es la de Bloom y Lahey
(1978). En esta normativa se recomienda que la transcripción del habla infantil
se haga exactamente como el niño la emite, con la palabra correcta escrita a
continuación entre paréntesis.
Las formas de elicitación del lenguaje son
las pautas para lograr que los niños hablen durante los períodos de evaluación,
ya que es frecuente que estén inhibidos. Sin embargo, siempre se pretende
conservar al máximo la espontaneidad del lenguaje infantil. Podemos destacar
las siguientes formas de elicitación:
·
Seguir las directrices que marca el niño.
·
Renunciar al control de la interacción.
·
Estructurar de forma positiva la interacción.
Con respecto al lugar de observación, las
recomendaciones generales de la evaluación infantil sugieren el uso de entornos
plurales. Esto es aún más importante en el área del lenguaje, puesto que éste,
en el niño, sobre todo en las primeras etapas, es concreto y ligado a la
realidad circundante. La casa, la escuela, el parque, el despacho y la clínica
son los lugares posibles, pero no deben ser excluyentes.
Antes de los dos años no se recomiendan
grabaciones fuera del hogar, puesto que hasta esa edad todos los niños se
inhiben en ambientes extraños y su lenguaje es, fundamentalmente, doméstico.
Aunque se recomienda la observación en espacios exteriores y zonas de juego, en
la práctica son evitados (siempre que no sean imprescindibles) por las
dificultades acústicas.
RECOMENDACIONES QUE SE HAN FORMULADO PARA LA
EVALUACIÓN DE NIÑOS PEQUEÑOS
Se sugiere la observación en diferentes
actividades: baño, comida, eliminación, arreglo, juego, etc... Si la
observación tiene que ser en un despacho, se recomienda generar distintas
situaciones de juego que reproduzcan esas actividades reales; Además, se cambia
el compañero de juegos (juego en solitario, con la madre, con el evaluador, con
compañeros...) con el fin de ampliar el abanico de posibilidades para elicitar
todo tipo de lenguaje en una etapa en que éste es más bien escaso.
MATERIALES
Los materiales pueden estar referidos a los
equipos de grabación o a los que se usan para la interacción con el niño.
Para obtener una buena grabación es necesario el
uso de un buen aparato. Si los aparatos de grabación inhiben o asustan al niño,
se le debe permitir al niño manipular el aparato en los primeros minutos de la
sesión preparatoria. Si se trata de cámaras de vídeo se recomienda hacer este
tipo de registros a través de una ventana de visión unidireccional. Ello no
suele ser posible en los registros de ambientes naturales y domésticos, en
tales casos, se recomienda posibilitar y alargar, si fuese necesario, el
período de habituación.
En la interacción con los niños suelen emplearse
diferentes tipos de juguetes. Brown (1973), indica una serie de recomendaciones
en función de los distintos estadios del desarrollo verbal:
·
Del estadio I al III: Pelotas, muñecas, tazas,
coches y camiones.
·
Estadio III: Conversación sobre vacaciones, actividades
escolares, abuelos, niños y juguetes favoritos.
·
Estadio IV: Contar historias acerca de una
actividad pasada o futura.
Otros autores prefieren las situaciones menos
formales sin materiales concretos, puesto que en su opinión facilitan más el
lenguaje espontáneo y alargan la longitud media de la frase.
La duración de la sesión va a variar con la edad
y con las recomendaciones de diferentes autores. El tiempo medio de una sesión
se estima entre 15 y 30 minutos. Como han de tomarse registros en diferentes
lugares, de distintas actividades a lo largo del día, se estima una duración
media de dos horas.
PRUEBAS ESTANDARIZADAS
Las más conocidas y usadas son las globales, es
decir, las que exploran los diferentes elementos que constituyen el sistema
lingüístico (fonología, morfología, sintaxis, semántica y pragmática), pero
existen pruebas específicas para cada una de estas partes. De las globales,
entre las adaptadas a la población española, podemos destacar:
·
(ITPA) Prueba Illinois de habilidades psicolingüísticas.
Kirk, McCarthy y Kirk (1968).
·
Escalas para evaluar el desarrollo del lenguaje
de Reynell (1977).
·
Test de Bankson para selección del lenguaje.
(1977).
·
Prueba del lenguaje oral de Navarra (PLON).
Aguinaga y cols. (1988).
Entre las pruebas específicas podemos destacar:
·
Test de vocabulario e imágenes de Peabody, de
Dunn (1959, 1981).
·
Prueba de articulación (Melgar de González,
1976).
·
Evaluación del desarrollo de la gramática
española, de Toronto (1976).
·
Evaluación del lenguaje y procedimiento de
selección y tratamiento, de Crystal (1979) para el análisis de estructuras
sintácticas.
PRUEBAS NO ESTANDARIZADAS
Son pruebas de evaluación del lenguaje que
pretenden una cierta estructuración de los reactivos de elicitación del mismo,
pero no están sujetas a una objetividad estricta de presentación ni de
evaluación. Entre las realizadas en nuestro país, o que cuenten con adaptación
española destacamos:
·
Análisis en la interacción verbal profesor -
alumno ( Sanjuán, Fernández y Marteles, 1974).
·
Método visual para la estimulación del lenguaje
de Foster Y cols. 1991.
PRIMEROS HITOS DE LA PSICOLINGÜÍSTICA EVOLUTIVA:
BROWN
Brown se destaca por hacer un estudio
longitudinal del desarrollo lingüístico de tres niños desde sus comienzos en la
combinación de dos palabras. Sus principales resultados aparecen publicados en
1973. Sin embargo, a la hora de analizar los datos recogidos se encontró con
una serie de problemas:
· Los niños no
presentan un desarrollo homogéneo, ya que ni la producción ni la tasa de adquisición
era la misma. Debía establecer algún tipo de criterio que no fuera el
cronológico al estudiar sus emisiones.
· Los datos
eran tan amplios que resultaba difícil manejarlos.
Para solucionar estos problemas se introduce una
serie de medidas, como introducir una nueva medida, la LME (Longitud Media de
los Enunciados), de acuerdo con el número de morfemas producidos. Esta medida
es parte del corpus de conocimiento de la psicolingüística evolutiva. También
van a establecerse estadios, entendidos como cortes artificiales para facilitar
el análisis de los datos.
Antes de los estudios de Brown, la explicación de
la gramática infantil se había realizado desde un enfoque formal, ya que se
basaba en las regularidades de distribución de las palabras que producían los
niños, pero no daba cuenta del significado de las emisiones. De este modo,
Brown empezó a estudiar el significado de las emisiones del primer estadio,
encontrando que los niños expresaban las siguientes relaciones semánticas
básicas:
·
Agente- acción: osito cayó.
·
Acción, objeto: abre caramelos.
·
Agente, objeto: perro, mano.
·
Acción, locativo: a dormir cama.
·
Posesión, poseedor: botón, mamá.
·
Entidad, atribución: casa rota.
·
Demostrativo, entidad: ese coche.
Una de las ventajas de estudiar la expresión
semántica de estas oraciones se puso de manifiesto al comenzar a comparar el
desarrollo en distintas lenguas. Se comprobó que el tipo de emisiones que los
niños producen es muy semejante, por lo que algunos investigadores propusieron
que estas relaciones semánticas básicas son universales. Su origen habría que
buscarlo en el desarrollo cognitivo.
Poco después de empezar a producir emisiones de
dos palabras, los niños empiezan a producir las de tres. La utilización de
emisiones de tres palabras puede darse cuando la LME es muy baja (1.33 en algún
niño), y las relaciones semánticas que codifican suponen una ampliación de las
combinaciones utilizadas hasta ahora, como, por ejemplo:
·
Agente, acción objeto: elefante comió manzanas.
·
Agente, acción, locativo: Rita ha montado coche.
·
Agente, objeto, locativo: Pasa puente tren.
·
Acción, objeto, locativo: dame agua jarra.
A partir del segundo estadio, empieza lo que
Brown ha denominado la modulación del significado, es decir, el uso de
los morfemas gramaticales. Brown estudió la aparición de catorce morfemas
gramaticales ingleses, observando que aparecían en el mismo orden. Así, por
ejemplo, aprendían en primer lugar el presente progresivo (añadiendo -ing al
infinitivo), seguido por las preposiciones locativas in y on, la terminación -s
del plural, el pasado de los verbos irregulares, la forma posesiva -s del
genitivo sajón, etc. Brown no pudo explicar esta consistencia ni mediante
análisis de la complejidad semántica o sintáctica de los morfemas, ni por las
razones de frecuencia de uso (no existe relación entre la frecuencia con que
los padres producen los morfemas y su aparición en el habla de los niños). Este
hecho sirvió para afianzar la hipótesis de que los enunciados emitidos por los
niños reflejaban una complejidad cognitiva creciente.
LA GRAMÁTICA GENERATIVA Y LA PERSPECTIVA
COGNITIVA. DIVERSIFICACIÓN DE LAS PRINCIPALES LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN: LOS
PRIMEROS MENSAJES INFANTILES. FUNCIÓN DE LAS PALABRAS INICIALES. LA GRAMÁTICA
TEMPRANA.
La gramática generativa es una teoría
iniciada por Chomsky en sus obras “Estructuras Sintácticas” (1957) y “Aspectos
de la teoría de la sintaxis” (1965). La gramática generativa y transformacional
es una hipótesis innatista respecto a la adquisición del lenguaje, que se basa
en:
· Los niños
pequeños aprenden el lenguaje de forma muy rápida, con gran facilidad y durante
un período del desarrollo en el que sus capacidades cognitivas son poco
sofisticadas.
· Los niños
que aprenden su lengua pueden emitir y comprender muy pronto un número
prácticamente ilimitado de enunciados a pesar de la complejidad del sistema
lingüístico. Desde los comienzos los niños tendrían un conocimiento implícito
de esas reglas.
· Existe una
regularidad en las etapas generales de aparición del lenguaje en los niños y,
en general, entre los diferentes ambientes lingüísticos.
· El lenguaje
que utilizan los adultos cuando hablan a los niños es gramaticalmente
incorrecto. El entorno actuaría sólo como desencadenante de la adquisición pero
no desempeñaría un papel relevante del mismo. Investigaciones posteriores han
demostrado que las personas no hablan a los niños en la misma forma en que
hablan con hablantes expertos, utilizando con ellos un estilo de lengua
denominado maternal que es claro, simple y gramaticalmente correcto.
· Los niños no
pueden aprender la lengua simplemente por imitación de lo que oyen, porque
pueden producir y comprender un número ilimitado de frases nuevas. Pero los
teóricos del aprendizaje social han mostrado que aprender por imitación ni
implica copiar exactamente.
· Los padres
no enseñan a los niños específicamente las reglas de la lengua. Sin embargo, el
análisis de las interacciones padres- hijos indican que los padres sí responden
de la exactitud gramatical del habla de sus hijos. De esto es fácil deducir que
los factores sociales y ambientales pueden desempeñar un papel importante en la
adquisición del lenguaje.
La lingüística debe dar cuenta del fenómeno de la
creatividad del lenguaje, que es la capacidad de comprender y producir
un número infinito de enunciados a partir del conocimiento de un número finito
de reglas. Esto es lo que no pueden hacer otras especies animales.
El estudio del lenguaje debe ser capaz de
explicitar un modelo general del cual se puedan deducir las reglas de cada
lengua particular. Esto implicaría la existencia de aspectos comunes a todas
las lenguas habladas, llamados universales lingüísticos, que forman
parte del código genético. En un primer momento, los universales lingüísticos
se relacionaron exclusivamente con el conocimiento sintáctico que tuviese el
hablante.
La autonomía del lenguaje se refiere a que
los logros lingüísticos del niño son independientes de su desarrollo
intelectual. El lenguaje tiene sus propias reglas y sus propias estructuras
aunque coexista e interaccione con otras capacidades intelectuales. La
autonomía del lenguaje no es una capacidad derivada secundariamente de la
inteligencia, sino una adquisición nueva e independiente de la mente humana.
Esta es la versión más fuerte del paradigma cognitivo, ya que presupone que el
sujeto posee conocimientos anteriores a cualquier experiencia, que son los que
le dan sentido y estructuran.
El lenguaje puede describirse en términos de dos
tipos de estructuras:
· La
estructura superficial: Está formada por las reglas que rigen la forma en
que palabras y frases pueden construirse, y puede variar considerablemente de
una lengua a otra.
· La
estructura profunda: Se refiere a las reglas innatas que los seres humanos
poseen y que subyacen a cualquier lenguaje.
La adquisición del lenguaje requiere un mecanismo
de análisis del habla, que Chomsky llamó dispositivo de adquisición del
lenguaje (Language Acquisition Device - LAD-), que nos dice que cuando un
niño oye su hipotético mecanismo cerebral comienza a desarrollar una gramática
transformacional que traduce la estructura superficial de la lengua en una
estructura profunda que el niño pueda comprender. La importancia de esta teoría
radica en que centra el interés en el lenguaje, y destaca la especificidad del
mismo, que lo hace merecer ser objeto de estudio en sí mismo, aunque se
limitara a estudiar sólo sus reglas sintácticas. De este modo surge la Psicolingüística
generativa.
A partir de esto, colaboradores y seguidores de
Chomsky comienzan a estudiar el lenguaje infantil con la intención de
identificar las reglas de su gramática, y demostrar las hipótesis chomskyanas,
destacando los nombres de Borne (1964), Bloom (1971), Slobin (1971). Es la
época de la famosa gramática pivote.
GRAMÁTICA PIVOTE
En el estadio holofrásico, el niño sólo emite
breves enunciados de una sola palabra (palabra frase) que se va a interpretar
según el contexto situacional. A finales del segundo año se van formando
combinaciones de dos palabras, con un estilo telegráfico.
Mediante el estudio distribucional se
estudió si la forma en que los niños y las niñas combinaban sus primeras
palabras seguía unas reglas fijas. De elabora una primera gramática infantil,
conocida con el nombre de gramática pivote, y que es el conocimiento que
tiene un niño sobre el lenguaje, y que rige su comportamiento lingüístico.
Se distingue entre palabra pivote
(palabras que aparecen muy frecuentemente en las combinaciones), y palabra
abierta (palabras que aparecen con muy poca frecuencia). Las palabras
pivote están sometidas a unas reglas determinadas: siempre ocupan una posición
fija, no pueden combinarse entre sí y no pueden emitirse solas, mientras que no
existe ninguna restricción para las palabras abiertas.
La teoría de la gramática pivote tuvo un gran
éxito en sus inicios, pero pronto empezaron a aparecer nuevos datos que ponían
en duda su existencia. Así, si bien los aprendices del lenguaje tienden a
cumplir las reglas, también es cierto que las violan con cierta frecuencia.
OTRAS INSUFICIENCIAS DE LA GRAMÁTICA GENERATIVA
Existen producciones de una lengua determinada
que sintácticamente son correctas, pero que nunca se emplean por un hablante,
es decir, el conocimiento que tiene un hablante de su lengua no es únicamente
sintáctico, sino también semántico.
Con referencia a la gramática pivote, Bloom
(1970) mostró que una misma producción infantil podía tener diversos
significados recibiendo, sin embargo, la misma explicación. Al olvidar el
significado no expresaba el conocimiento que el niño codificaba en sus
producciones.
Se postuló que el conocimiento del niño no es
sintáctico, sino semántico. Es decir, a lo largo del estadio sensoriomotor, el
niño elabora una serie de nociones sobre la realidad en forma de agente,
acción, receptor, lugar, entidad, atributo... y es capaz de relacionarlas,
codificándolas y expresándolas, por tanto, lingüísticamente.
Se estudiaron las primeras combinaciones de dos
términos desde esta perspectiva, y se observó que la mayor parte responde a las
siguientes relaciones:
·
Agente, acción: papá corre.
·
Acción, objeto: corre coche.
·
Agente, objeto: mamá calcetín.
·
Entidad, atributo: coche rojo.
·
Entidad, locativo: coche aquí.
·
Poseedor, poseído: mamá calcetín.
·
Caso esivo o nominativo: ese coche.
En este planteamiento, el orden de las palabras
no viene guiado por el conocimiento sintáctico, sino por el conocimiento
semántico. Este punto de vista ha sufrido diferentes modificaciones, pero
conserva bastantes defensores. Por ejemplo, Slobin (1985), postula la
existencia de una serie de estrategias cognitivas y lingüísticas que permiten
al niño construir progresivamente su lenguaje según unas relaciones de forma y
significado. Estas estrategias se llaman Principios operacionales.
TEMA 4: LA CONCEPCIÓN DE PIAGET DEL
LENGUAJE INFANTIL
PIAGET Y LA PSICOLOGÍA GENÉTICA: FUNDAMENTACIÓN
EPISTEMOLÓGICA. LA FUNCIÓN DEL LENGUAJE SEGÚN PIAGET. SINCLAIR Y LOS ESTUDIOS
SOBRE LA RELACIÓN ENTRE LA INTELIGENCIA Y EL LENGUAJE. EL DESARROLLO DE LA
HIPÓTESIS COGNITIVA.
LA FUNCIÓN DEL LENGUAJE SEGÚN PIAGET
Piaget destacaría sobre todo la función de
representación del lenguaje, pues es la manifestación de la función simbólica.
A Piaget no le interesa la evolución de las estructuras del lenguaje infantil
ni la génesis del lenguaje en sí mismo. Su obra, “lenguaje y pensamiento en la
infancia “ (1923) se ocupa de esto en cuanto a que el lenguaje refleja las
características del pensamiento del niño y, en último término, su inteligencia.
Según Piaget, el lenguaje inicial del niño es de
carácter egocéntrico. Piaget describe las características del lenguaje
egocéntrico por oposición al lenguaje socializado. Estas características
eran la manifestación de la organización cognitiva del niño pequeño, en la que
el carácter egocéntrico cede paso poco a poco a la socialización. Recordemos
que el pensamiento egocéntrico es característico del niño en el periodo
preoperatorio. El periodo preoperatorio se extiende, para Piaget, de los 2 a
los 7 años. En él se afianza la función simbólica que transforma la
inteligencia del niño en práctica, basada en el ejercicio, coordinación y
organización de esquemas de acción realmente ejecutados, y en representativa,
basada en esquemas de acción internos y simbólicos mediante los cuales el niño
manipula la realidad no ya directamente, sino a través de diferentes
sucedáneos, como signos, símbolos, imágenes, conceptos...
Características del pensamiento preoperatorio:
·
Carácter intuitivo.
·
Irreversibilidad.
·
Centrado en una única dimensión de la realidad.
·
Estático.
·
Egocéntrico.
·
Insensible a la contradicción.
A través de sus observaciones, como los
experimentos sobre la conservación de la sustancia, peso, volumen, prueba de
las tres montañas, etc... Piaget estableció las características del pensamiento
de los niños en este periodo, llegando a definirlo como intuitivo,
irreversible, centrado en una única dimensión de la realidad, estático,
egocéntrico e insensible a la contradicción.
Los rasgos del lenguaje egocéntrico son la
manifestación en el comportamiento verbal de las características propias del
pensamiento infantil en general. Los rasgos más importantes del lenguaje
egocéntrico son:
·
El niño no se ocupa de saber a quién habla ni si
es escuchado.
·
Habla para sí o por el placer de asociar a
cualquiera en su acción inmediata.
Este lenguaje, según Piaget, es egocéntrico, en
primer lugar porque el niño habla de sí mismo, pero sobre todo porque no trata
de ponerse en el punto de vista del interlocutor. El niño sólo pide al
interlocutor un interés aparente, para hacerse la ilusión de que es oído y
comprendido. El niño no experimenta la necesidad de actuar sobre el
interlocutor, de informarle verdaderamente de algo.
Las conductas verbales del niño están, en sus
orígenes, relativamente poco orientadas hacia la comunicación del pensamiento.
Piaget distingue tres categorías de producciones
egocéntricas:
· Repeticiones
ecolálicas: Se trata de la repetición de sílabas o palabras. El niño repite
por el mero placer de hablar, sin preocuparse por dirigirse a alguien, ni de
pronunciar palabras con sentido. Es uno de los restos del balbuceo de los bebés
y, por tanto, no tiene todavía nada de socializado.
· Monólogos:
El niño habla para él, como si pensase en voz alta, de modo que la palabra no
comunica sino que acompaña, acelera o sustituye a la acción.
· Monólogos
colectivos: El interlocutor es un excitante, sin que a cada niño le
preocupe ser escuchado o comprendido realmente. Cada niño asocia al otro a su
acción o a su pensamiento momentáneos, pero sin preocuparse por ser oído o
comprendido realmente.
El lenguaje egocéntrico evoluciona a partir de un
estadio inicial durante el que supera las tres cuartas partes del lenguaje
total. Más tarde, pasa por un estadio semi- estacionario, entre los tres y los
seis años, durante el cual disminuye gradualmente, oscilando entre la mitad y
el tercio del lenguaje total. Después de los siete años tiende a descender por
debajo del cuarto del lenguaje espontáneo total.
Al lenguaje egocéntrico se opone el lenguaje
socializado, mediante el que el niño intercambia realmente su pensamiento
con el de los demás, poniéndose en el punto de vista del interlocutor. El
lenguaje egocéntrico disminuye gradualmente y va dejando paso al lenguaje socializado.
El lenguaje socializado aparece desde el primer momento en el habla infantil,
pero al principio sólo representa un pequeño porcentaje dentro del lenguaje
espontáneo total. Como categorías dentro del lenguaje socializado Piaget
distingue: la información adaptada, la crítica, las órdenes, ruegos y amenazas,
las preguntas y las respuestas.
El lenguaje egocéntrico constituye una etapa
intermedia entre el pensamiento autístico y el pensamiento lógico o
inteligente. El lenguaje, en un principio, no cumpliría, en general, funciones
comunicativas, sino que sería, principalmente un acompañante de la acción y tan
sólo finalmente se utilizaría para la interacción social.
RELACIÓN LENGUAJE- PENSAMIENTO
El lenguaje, en sus orígenes, forma parte de un
proceso de desarrollo intelectual más general que hunde sus raíces en la
inteligencia práctica. Es una de las diversas manifestaciones, aunque sin duda
de especial relevancia, de la función simbólica o semiótica, fruto de este
desarrollo intelectual, que aparece al final del segundo año de vida. Esta
función está basada en la interiorización de la acción y consiste en la
capacidad de usar símbolos (emplear significantes para referirse a
significados). La función simbólica se manifiesta de modos muy diversos, como
por ejemplo:
·
Imitación diferida.
·
Juego simbólico.
·
Dibujo.
·
Imágenes mentales.
·
El lenguaje.
Las primeras palabras aparecen simplemente como
una manifestación más de la capacidad de simbolización y, por consiguiente, el
lenguaje, en sus orígenes, forma parte de un proceso de desarrollo intelectual
más general que hunde sus raíces en la inteligencia práctica. Su origen está en
la evolución de las conductas sensoriomotoras, comenzando por las primeras
conductas de imitación.
La hipótesis cognitiva defiende que el
pensamiento es independiente del lenguaje, y que de una u otra forma, el
lenguaje, especialmente durante su desarrollo, se encuentra subordinado al
pensamiento.
Sin embargo, el lenguaje abre enormes
posibilidades al desarrollo intelectual, pues contribuye a su progreso. El
lenguaje, junto con la transmisión social, de la que es agente principal, es un
factor necesario para el pleno desarrollo de las estructuras operacionales de
la inteligencia, especialmente las de carácter formal, pero el lenguaje no es
el origen de las estructuras del pensamiento, sino que es un factor que
potencia unas estructuras que se han formado por otra vía: la de la acción
sobre el mundo. El lenguaje, una vez adquirido, va a servir naturalmente para
el progreso del desarrollo cognitivo. En el estadio más avanzado de éste, el
instrumento lingüístico es necesario para la lógica de las proposiciones, pero
propiamente hablando no la engendra.
En apoyo de la independencia del pensamiento con
respecto al lenguaje se cita el pleno desarrollo operacional, aunque con
retrasos, de los sordomudos o los experimentos de Sinclair (1969), que
demostraban que la enseñanza de los términos lingüísticos necesarios para
resolver tareas de conservación tenía efectos muy limitados sobre la actuación
de los niños. Las operaciones intelectuales no se pueden adquirir como un
proceso de transmisión educativa en el que los mayores enseñan verbalmente a
los niños la estructura de la inteligencia. La comprensión de estas expresiones
verbales es sólo posible cuando el niño posee estructuras operativas previas
que le permiten asimilar el significado de estas expresiones. Estas estructuras
son independientes y anteriores al lenguaje.
EL PENSAMIENTO Y LA FUNCIÓN SIMBÓLICA
El lenguaje es necesariamente interindividual y
está constituido por un sistema de signos (que son significantes arbitrarios o
convencionales). Pero,
junto al lenguaje, el niño pequeño, que está
menos socializado que un niño de siete años, y mucho menos que un adulto,
necesita otro sistema de significantes, más individuales y más motivados; Estos
van a ser los símbolos, cuyas formas más normales en el niño pequeño
están presentes en el juego simbólico o juego de imaginación. El juego
simbólico aparece casi al mismo tiempo que el lenguaje, pero de forma
independiente a él, y presenta un papel considerable en el pensamiento de los
pequeños, como fuente de representaciones individuales (a la vez cognoscitivas
y afectivas) y de esquematización representativa igualmente individual.
Pero el juego simbólico no es la única forma de
simbolismo individual. Existe una segunda forma que se inicia igualmente en
esta época y que representa también un importante papel en la génesis de la
representación. Se trata de la imitación diferida o imitación que
se produce por primera vez en ausencia del modelo.
Podemos llegar a clasificar toda la imaginería
mental en los símbolos individuales. La imagen no es un elemento del
pensamiento ni una continuación directa de la percepción; la imagen es un
símbolo del objeto que no se manifiesta aún al nivel de la inteligencia
sensoriomotriz. La imagen puede ser concebida como una imitación interiorizada:
La imagen sonora no es más que la imitación interna de su correspondiente y la
imagen visual es el producto de una imitación del objeto y de la persona, bien
mediante todo el cuerpo, bien mediante movimientos oculares cuando se trata de
una forma de reducidas dimensiones.
Así, los tres tipos de símbolos individuales que
acabamos de mencionar son derivados de la imitación. Ésta es, por tanto, uno de
los términos de paso posibles entre las conductas sensoriomotrices y las conductas
representativas y es, naturalmente, independiente del lenguaje, aun cuando
sirva, precisamente, para la adquisición de éste.
Podemos admitir que existe una función simbólica
más amplia que el lenguaje que engloba, además del sistema de los signos verbales,
el de los símbolos en sentido estricto. Podemos decir que la fuente del
pensamiento debe buscarse en la acción simbólica; pero también se puede
sostener legítimamente que la función simbólica se explica, a su vez, por la
formación de las representaciones. Lo característico de la función simbólica
consiste en una diferenciación de los significantes (signos y símbolos) y de
los significados (objetos o acontecimientos, ambos esquemáticos a
conceptualizados). En el terreno sensoriomotriz, existen ya sistemas de
significaciones, puesto que toda percepción y toda adaptación cognoscitiva
consiste en conferir significaciones (formas, objetivos o medios).
El único significante que conocen las conductas
sensoriomotrices es el índice (por oposición a los signos y símbolos) o
la señal (conductas condicionadas). El índice y la señal son
significantes relativamente indiferenciados de sus significados: no son más que
partes o aspectos del significado y no de las representaciones que permiten la
evocación, sino que conducen al significado de igual modo que la parte conduce
al todo o los medios a los fines.
La constitución de la función simbólica consiste
en diferenciar los significantes de los significados, de tal modo que los
primeros puedan permitir la evocación de la representación de los segundos.
Nos es permitido concluir que el pensamiento
precede al lenguaje, y que éste se limita a transformarlo profundamente,
ayudándole a alcanzar sus formas de equilibrio mediante una esquematización más
avanzada y una abstracción más móvil.
TEMA 5: EL ENFOQUE SOCIOHISTÓRICO DE
VYGOTSKY Y LA ADQUISICIÓN DEL LENGUAJE INFANTIL
LA TEORÍA DEL LENGUAJE DE VYGOTSKI. FUNCIÓN
SOCIAL DEL LENGUAJE. CONCEPCIÓN DEL LENGUAJE EGOCÉNTRICO. FUNCIÓN SEMIOLÓGICA
VIGOTSKIANA. LENGUAJE Y FUNCIONES PSICOLÓGICAS SUPERIORES.
FUNCIÓN SOCIAL DEL LENGUAJE: ORÍGENES SOCIALES
DEL LENGUAJE
Vygotsky va a defender ante todo los orígenes
sociales del lenguaje, enmarcando en la concepción del origen social de las
funciones psicológicas superiores, la ley de la doble formación de las
funciones psicológicas superiores que es la siguiente:
“En el desarrollo cultural del niño, toda función
aparece dos veces: primero a nivel social y, más tarde, a nivel individual;
Primero entre personas (interpsicológica) y después en el interior del propio
niño (intrapsicológica). Esto puede aplicarse igualmente a la atención
voluntaria, a la memoria lógica y a la formación de conceptos. Todas las
funciones superiores se originan como relaciones entre seres humanos”
(Vygotsky, 1995).
El proceso de internalización consiste en
una serie de transformaciones:
· Una
operación que inicialmente presenta una actividad externa se reconstruye y
comienza a suceder internamente.
· Un proceso
interpersonal queda transformado en otro intrapersonal.
· La
transformación de un proceso interpersonal en un proceso intrapersonal es el
resultado de una prolongada serie de sucesos evolutivos.
· La
internalización de las formas culturales de conducta implica la reconstrucción
de la actividad psicológica en base a las operaciones con signos. Los cambios
evolutivos en las operaciones con signos son semejantes a aquellos que se
producen en el lenguaje: los aspectos del lenguaje externo o comunicativo, así
como los del lenguaje egocéntrico, se internalizan, para convertirse en la base
del lenguaje interno.
La internalización de las actividades socialmente
arraigadas e históricamente desarrolladas es el rasgo distintivo de la
psicología humana, la base del salto cualitativo de la psicología animal a la
humana.
Piaget, en su obra “Pensamiento y lenguaje” nos
comenta acerca del habla egocéntrica del niño; Piaget nos dice que la finalidad
principal del lenguaje es la comunicación social, y sólo más tarde, después de
su interiorización, se utilizarán de modo privado. El lenguaje egocéntrico
sería una etapa intermedia en este proceso.
Piaget parte de observaciones sobre la
intervención del lenguaje en la actividad del niño, en la cual se introducen
obstáculos. La actividad verbal aparece estrechamente unida a la acción,
asumiendo muy pronto funciones de dirección y planificación de la misma. Piaget
estudia también las características estructurales del habla egocéntrica,
observando que se caracteriza, a medida que el niño aumenta en edad, por
presentar estructuras elípticas, rasgos que lo asemejan formalmente más al
lenguaje interior que al socializado.
Cuando desaparece el habla egocéntrica no es
porque se atrofie, sino porque permanece oculta, es decir, se convierte en
lenguaje interiorizado. El proceso de lenguaje interiorizado se desarrolla y se
torna estable aproximadamente al comienzo de la edad escolar y esto causa la
rápida caída del lenguaje egocéntrico.
RELACIÓN LENGUAJE - PENSAMIENTO
Desde una perspectiva ontogenética, se pueden
distinguir dos líneas separadas que emergen de dos raíces genéticas distintas:
· Existe una
fase prelingüística del desarrollo del pensamiento, la inteligencia práctica de
los niños antes de comenzar a desarrollar el habla, por lo que podemos decir
que existe una independencia de las reacciones intelectuales rudimentarias con
respecto al lenguaje.
· Raíces
preintelectuales del habla en el desarrollo infantil: el balbuceo, los gritos,
incluso las primeras palabras, no se relacionan con el desarrollo del
pensamiento. Son formas predominantemente emocionales de la conducta, aunque
también tienen una función social.
El descubrimiento más importante es que, en
cierto momento, aproximadamente a los dos años, las dos curvas de desarrollo,
la del pensamiento y la del lenguaje, se encuentran y se unen para iniciar una
nueva forma de comportamiento. Se manifiesta:
· Repentina y
activa curiosidad del niño acerca de las palabras.
· Aumento de
vocabulario.
Aunque la inteligencia práctica y el uso de los
signos puedan operar independientemente la una del otro en los niños pequeños,
la unidad dialéctica de estos sistemas en el adulto es la esencia de la
conducta humana compleja. El uso de signos tiene una función organizadora que
se introduce en el proceso del uso de instrumentos y produce nuevas formas de
comportamiento.
Este encuentro va a ser posible gracias a que el
niño se encuentra inmerso en un contexto social que le ayudará a dominar el
lenguaje, principal medio de comunicación de los seres humanos. Este lenguaje,
progresivamente interiorizado, se convertirá en el principal motor del
desarrollo intelectual, del pensamiento.
Hay que tener en cuenta que, para Vygotski, a
partir del momento en que estas dos líneas, en un principio independientes, se
encuentran, desarrollo intelectual y lingüístico son indisociables, pensamiento
y palabra son la misma cosa. “Una palabra sin pensamiento es una cosa muerta, y
un pensamiento desprovisto de palabra permanece en la sombra”.
VYGOTSKY Y LA ESCUELA SOCIOHISTÓRICA
¿Qué es el enfoque sociohistórico o escuela
sociohistórica?
Es una corriente psicológica surgida en la Rusia
posrevolucionaria, cuyos máximos representantes fueron Vygotsky, Luria y
Leontiev. Se caracteriza por explicar el desarrollo humano (el desarrollo de
los procesos psicológicos superiores) partiendo de la explicación marxista de
la realidad.
Presupuestos marxistas clásicos:
·
Materialismo: Todo es materia: todo referente psicológico debe ser
referido en tanto que realidad biológica y / o conductual.
· Materialismo
dialéctico: La relación organismo- medio es dialéctica, es decir, se
transforman mutuamente en continua interacción: todo referente psicológico debe
ser estudiado como fruto de una interacción con el medio y analizando sus
génesis y cambios.
· Materialismo
histórico: Los cambios históricos en las sociedades humanas conllevan asociados
cambios en la naturaleza humana: La relación organismo- medio es afectada por
el contexto histórico y social.
El objetivo de la Psicología es el estudio de la
conciencia, de un modo objetivable y enmarcada en su contexto histórico -
cultura, superando los reduccionismos de la Psicología idealista / mentalista
(Wundt) y conductista / psicofisiológica.
Componentes básicos del enfoque sociohistórico
y aportaciones a la Psicología evolutiva
Teoría instrumental, histórica y cultural o
social.
Teoría instrumental: El hombre es un ser
activo que opera sobre el medio y lo transforma mediante el uso de
instrumentos. Los instrumentos pueden ser: herramientas (actúan sobre el medio
físico) y signos (transforman la actividad mental).
Teoría histórica: la historia colectiva
condiciona el comportamiento individual.
Teoría cultural o social: la actividad
humana siempre tiene lugar en el marco de las relaciones entre personas.
La ley de doble formación
Toda función psicológica aparece primero como
proceso social y más tarde podrá ser realizada a nivel individual. El
desarrollo de los procesos psicológicos superiores tiene lugar gracias a u
proceso de interiorización o internalización de actividades que hemos realizado
en interacción con personas más capaces de nuestra cultura.
Zona de desarrollo próximo
La distancia entre el nivel de desarrollo,
determinado por la capacidad de resolver independientemente un problema, y el
nivel de desarrollo potencial (procesos en maduración), determinado a través de
la resolución de un problema bajo la guía de un adulto o un compañero más
capaz.
LAS RELACIONES LENGUAJE - PENSAMIENTO
Pensamiento y lenguaje siguen, en un principio
dos líneas separadas de desarrollo que se unen hacia los dos años, y a partir
de ese momento, se convierten en indisociables.
¿Por qué es importante el lenguaje?
·
Porque es una vía privilegiada de comunicación y
de transmisión de información.
·
Porque es un instrumento de planificación y
regulación de la conducta y el pensamiento, tanto propios como ajenos.
·
Es de origen social (función comunicativa), pero
su interiorización da lugar al lenguaje interior (función autorreguladora).
LAS RELACIONES ENTRE DESARROLLO Y APRENDIZAJE
Aprendizaje no equivale a desarrollo: no obstante
el aprendizaje organizado se convierte en desarrollo mental. Una vez se han
internalizado los procesos en los que anteriormente hemos participado a nivel
interpsicológico, se convierten en parte de los logros evolutivos independientes
del niño.
El aprendizaje efectivo es el que se orienta
hacia un nivel de desarrollo que el niño no posee pero que está a punto de
adquirir, es decir, el que se sitúa en la zona de desarrollo próximo.
TEMA 6: DE LA COMUNICACIÓN AL LENGUAJE: LA
CONTINUIDAD ENTRE LOS PERIODOS PRELINGÜÍSTICO Y LINGÜÍSTICO. EL DESARROLLO DE
LA FORMA, SIGNIFICADO Y FUNCIONES DEL LENGUAJE.
EL DESARROLLO PRELINGÜÍSTICO
El desarrollo prelingüístico es un largo proceso
a través del cual el infante no hablante adquiere el dominio suficiente de la
lengua que se habla en su entorno familiar y social. La respuesta a la pregunta
de dónde empieza la adquisición del lenguaje en el niño es convencional.
Normalmente se considera que el desarrollo del lenguaje comienza en el momento
en que el niño emite las primeras palabras, es decir, cuando tiene
aproximadamente un año. El periodo anterior se denomina prelingüístico. Sin
embargo el lenguaje no surge de la nada, comenzando su desarrollo en el momento
del nacimiento.
EL DESARROLLO DE LA COMUNICACIÓN PRELINGÜÍSTICA
La concepción del recién nacido como un ser
indefenso y sin capacidades ha sido hoy superada, y el bebé se nos presenta
como un ser complejo desde los primeros momentos de su vida. Las competencias
perceptivo cognitivas que los niños disponen desde muy temprana edad están al
servicio de su relación con el mundo de los objetos y, sobre todo, el de las
personas.
La conducta del bebé muestra una fuerte
predisposición al intercambio social. Además, existen conductas específicamente
relacionadas con el lenguaje humano, entre otras es capaz de distinguir los
sonidos “pa” y “ba”, de reaccionar con movimientos específicos a la voz humana
o de sincronizar los movimientos de su cuerpo con los segmentos del habla del
adulto. Junto a estas conductas diferenciadas que el bebé muestra, encontramos
que el adulto es enormemente sensible ante el “interlocutor” que tiene delante,
acomodándose constantemente al niño. Esta constante adaptación parece ser una
de las claves para poder comprender la incorporación de los complicados
procesos comunicativo- lingüísticos que el niño realiza.
Estas capacidades iniciales, orientadas a la
interacción humana, Constituyen la base para todo el desarrollo psicológico
posterior y, centrándonos en nuestro tema de estudio, para la adquisición y
desarrollo del lenguaje.
El adulto intenta adecuar sus conductas a las del
lactante. Desde el punto de vista del lenguaje, lo más característico es el
interés por establecer protoconversaciones con el bebé. Las
protoconversaciones son diálogos muy primitivos caracterizados por el contacto
ocular, gorjeos y alternancia en las expresiones. Podemos encontrar este tipo
de conductas ya en niños de dos meses. El adulto sincroniza sus gestos y sus
vocalizaciones con las conductas innatas del bebé, creándose una especie de
toma y daca, semejante al diálogo. En general, el adulto acostumbra a
establecer un marco estable y pautado de interacción, y un entorno predecible,
lo cual permite al niño reconocer el impacto de sus conductas y, en consecuencia,
anticipar las conductas del otro. Estos contextos no se relacionan
exclusivamente con la atención a las necesidades biológicas de los bebés
(alimentación, higiene, etc.), aunque dicha atención es un contexto favorable
dada su seguridad y recurrencia. Los adultos interpretan las conductas
infantiles no como innatas, sino como respondiendo a deseos, intenciones o
sentimientos semejantes a los de los adultos, es decir, las dotan de
significación.
Trevarthen (1986) afirma que, en estos
contextos, adulto y niño establecen una intersubjetividad primaria, lo cual
implicaría que los niños son capaces de percibir, en cierta medida, las
intenciones de los demás y actuar en consecuencia. Esto sucedería para este
autor en los primeros meses de vida, con lo que ya estaríamos hablando de los
comienzos de la conciencia y la conducta intencional.
Kaye (1986), por el contrario, no cree en
la intencionalidad de estas primeras conductas del bebé, sino que las ve como
simples respuestas reflejas, posibilitadas por la herencia genética de la
especie humana. Lo importante para el desarrollo es que el adulto las trata
como si ya fueran intencionadas y, por tanto, las dota de significación. Los
adultos impulsan el desarrollo atribuyendo al niño más competencias de las que
tiene. La coordinación mutua de los bebés con los adultos cambia en el
transcurso de su desarrollo conjunto. En este periodo, existe una importante
asimetría entre los participantes. De hecho, es el adulto quien controla y
dirige estos intercambios iniciales.
Más allá de la discusión sobre la intencionalidad
de las conductas de los bebés, parece claro que ya a los tres meses de vida el
lactante trata de forma diferente a los seres humanos (le atraen mucho más) y a
los objetos físicos.
Entre los 4 y los 6 meses de vida se produce un
cambio importante en la conducta infantil, ya que muestran un creciente interés
por los objetos de su entorno, y no únicamente por los seres humanos. El
adulto, acorde con el interés del niño, modifica también sus conductas convirtiendo
lo que, hasta el momento, era una interacción diática, en una relación
triangular. En este momento, las interacciones entre adulto y niño se
diversifican, dejando de estar limitadas a los cuidados del niño, y se
incorporan juegos de diversa naturaleza. En general, estos juegos continúan
teniendo una estructura estable, rutinaria y predecible.
Bruner (1986) estudia la relación entre
estos juegos y la adquisición del lenguaje. Este autor emplea el nombre de “formato”
para describir estas interacciones triangulares. Hay juegos que dependen en
alguna medida del uso y del intercambio del lenguaje. Esos juegos incluyen un
rasgo muy importante del lenguaje, que es la asignación de papeles
intercambiables en los turnos de un diálogo. De este modo el juego es una
pequeña protoconversación. Además, dan la oportunidad de distribuir la atención
sobre una ordenada secuencia de hechos.
Bruner distingue entre:
· Formatos
de acción conjunta: situaciones en las que el adulto y el niño actúan
conjuntamente sobre un objeto; juego de dar y tomar, juego de meter y sacar,
juego de tirar y construir...
· Formatos
de atención conjunta: Situaciones en las que el adulto y el niño atienden
conjuntamente a un objeto; juegos de indicación, juegos de lectura de libros...
· Formatos
mixtos: tienen las características de la acción y la atención conjuntas;
juego del cu - cu tra.
La extensión de estos juegos en el tiempo puede
ser notable.
LA INTERACCIÓN ENTRE LAD Y LASS SEGÚN BRUNER
La continuidad entre la comunicación
prelingüística y el habla posterior léxico- gramatical puede necesitar una
entrada “arreglada” del habla adulta. Este arreglo de la interacción del habla
temprana requiere marcos rutinarios y familiares para que el niño pueda
comprender lo que está pasando, dada su limitada capacidad para procesar la
información. Estas rutinas constituyen para Bruner el Sistema de Apoyo de la
Adquisición del Lenguaje (LASS). Un vehículo principal del LASS es el
formato: “una pauta de interacción estandarizada e inicialmente microcósmica,
entre un adulto y un infante, que contiene roles demarcados que finalmente se
convierten en reversibles”. La adquisición de la comunicación lingüística y
prelingüística tiene lugar fundamentalmente en el marco altamente restringido
al que nos referimos. El adulto tiene una labor de andamiaje para el desarrollo
lingüístico del niño. El Sistema de Apoyo de la Adquisición del Lenguaje
ayudaría al Dispositivo para la Adquisición del Lenguaje (LAD),
postulado por Chomsky.
Bruner, a diferencia de Chomsky, parte de que el
lenguaje inicial del niño tiene una estructura básica pragmática, es decir, los
niños aprenden a usar el lenguaje para lograr unos fines, para comunicarse con
los demás con medios más eficaces. De esta manera, se produciría el tránsito de
la comunicación al lenguaje. Por lo tanto, Bruner defiende la existencia, no de
prerrequisitos lingüísticos de la adquisición del lenguaje, sino comunicativos,
como la respuesta diferencial a personas frente a objetos, la habilidad de
mantener el contacto ojo a ojo, la respuesta con sonrisa a la sonrisa adulta,
la imitación de gestos manuales y faciales, la habilidad para seguir la mirada
del adulto o la interacción con el habla de la madre.
Siguán (1984) afirma que desde el comienzo
de los juegos compartidos entre la madre y el niño, la actividad imitada puede
ser la emisión de sonidos vocales. Este autor destaca además otro aspecto de
esos ejercicios, y es su carácter anticipatorio de lo que será el diálogo
verbal, ya que se manifiesta un conjunto de reglas de comportamiento que lo
posibilitan. La regla fundamental es la alternancia en la iniciativa y en la
atención.
Vila señala que este periodo en el que el
niño incorpora su actividad con los objetos y con los humanos en una actividad
única es descrito por Trevarthen (1986) como de intersubjetividad secundaria.
Es un periodo en el que niños y niñas dominan numerosos procedimientos para
regular y controlar sus intercambios, accediendo al mundo de la intencionalidad
y de la combinación de distintos medios en relación con los fines deseados.
Podemos afirmar que el niño de 12-14 meses tiene ya elaborados los
procedimientos gestuales más eficaces para compartir la atención con otra
persona sobre el mundo exterior, iniciando el paso de incorporar palabras a
esos procedimientos.
ADQUISICIÓN DEL LENGUAJE
Además de aprender acerca de las reglas que rigen
la comunicación, y de expresar paulatinamente sus propias intenciones
comunicativas, el niño ha desarrollado también durante el primer año sus
competencias de discriminación auditiva y de producción de sonidos. No es de
extrañar que hacia los doce meses aproximadamente los niños comiencen a
expresar sus intenciones comunicativas a través de palabras. Este comienzo es,
durante los primeros meses, lento y paulatino pero, a partir de los 18 - 24
meses, se convierte en uno de los fenómenos más espectaculares del desarrollo
infantil. El vocabulario aumenta rápidamente y las combinaciones de palabras
cada vez son más complejas y elaboradas.
ADQUISICIÓN DE LOS ASPECTOS FORMALES: EL DESARROLLO
FONOLÓGICO
Aunque durante el primer año de vida los gestos,
las expresiones faciales y la mirada constituyen los procedimientos más
importantes empleados por el bebé para especificar sus intenciones, las
vocalizaciones suelen acompañar a estas expresiones, constituyendo en ocasiones
una forma de especificar sus deseos. Estas configuraciones fonéticas son
relativamente estables, constituyendo un protolenguaje. Además, desde
edades muy tempranas, los bebés pueden marcar la entonación sus producciones de
modo que los adultos las interpretan como requerimientos, aceptaciones,
saludos, etc.
A grandes rasgos, éstas serían las principales etapas
del desarrollo fonológico (Valmaseda, 1999):
·
0 - 6 meses: Vocalizaciones no lingüísticas
relacionadas con el hambre, el dolor, el placer... Vocalizaciones no
lingüísticas (gorjeos) que suelen formar parte de las protoconversaciones con
el adulto.
·
6 - 9 Meses: Balbuceo constante, curvas de
entonación, ritmo y tono de voz variados y aparentemente lingüísticos.
·
9 - 18 Meses: Segmentos de vocalización que
parecen corresponder a palabras.
·
18 Meses - 6 Años: Construcción del sistema
fonológico. Puesta en marcha de procesos fonológicos: asimilación (proceso por
el cual un sonido es influido por otro dentro de una misma palabra),
sustitución (cambio de un fonema por otro), y simplificación de la estructura
silábica (tendencia a reducir las sílabas complejas a la estructura básica
consonante - vocal y a la simplificación del número total de sílabas en una
palabra).
La sonrisa y el llanto iniciales constituyen,
junto a otros recursos vocales y gestuales, la base de la comunicación
prelingüística. Además de los sonidos típicos del llanto (sonidos que se van
diferenciando paulatinamente), las vocalizaciones están presentes en el bebé
prácticamente desde el primer mes de vida. En ellas, a partir sobre todo del
primer mes y medio, puede aparecer cualquier fonema de las lenguas conocidas,
fase llamada balbuceo.
A partir de los 6 meses los niños empiezan a
prestar una atención creciente a los sonidos que se hablan a su alrededor,
sonidos que ya son imitados, aunque de manera imperfecta. Esta es la fase del laleo.
En torno a los nueve meses se accede a la fase de
ecolalia, en la que el lenguaje del niño es cada vez más un reflejo del
lenguaje que se habla en su entorno. Hacia los nueve meses aparecen las
primeras vocales claramente pronunciadas (/a/ y /e/). A los doce meses es
normal la pronunciación correcta de las primeras consonantes (/p/, /t/, /m/).
Durante el segundo año los niños van incorporando
el aprendizaje de la entonación, ejercitándose durante un cierto tiempo en la
utilización de expresiones que, aunque son sonidos sin significado, presentan
inflexiones, sonidos y pausas, llamándose a esto jerga expresiva.
Alrededor de los dos años se pronuncian correctamente todas las vocales y gran
número de consonantes, al igual que algunos diptongos, si bien el dominio
completo del sistema fonológico puede demorarse hasta los cinco años de vida.
La etapa que va desde los 18 meses hasta los 6
años sería la que en opinión de Valmaseda (1999) podemos considerar como
estrictamente fonológica, ya que es ahí donde se pone en marcha la construcción
y descubrimiento del sistema fonológico.
EL DESARROLLO LINGÜÍSTICO
A lo largo del tercer año de vida, el niño
progresa rápidamente en el desarrollo del lenguaje. En cuanto al desarrollo
morfosintáctico, comienza a juntar dos o más palabras, utiliza flexiones y
empieza a usar las palabras - función (artículos, pronombres...). Igualmente
avanza en el contenido semántico de su lenguaje, así como en el uso del
instrumento lingüístico.
EL DESARROLLO SEMÁNTICO
Según Dale (1980) el sistema semántico de una
lengua es el conocimiento con el que el hablante debe contar para poder
entender oraciones y relacionarlas con el conocimiento que tiene del mundo.
Comprende tanto el conocimiento del léxico como el conocimiento de cómo el
significado de cada elemento léxico determina junto con la estructura de cada
oración el significado de ésta.
La incorporación de una palabra al vocabulario
activo del niño no supone que se adquiera con todo el significado con que la
emplea la comunidad lingüística. Vila comenta los errores que se observan en el
primer lenguaje. En primer lugar aparecen frecuentemente sobreextensiones
de las palabras, es decir, se refieren con ellas a otros muchos objetos a los
cuales no se aplica habitualmente y que pueden no tener ninguna relación
semántica con la palabra en cuestión.
Según Delval (1996), lo que el niño hace con las
sobreextensiones es captar una característica común entre todos los objetos
designados de la misma forma, y esto le ha llevado a generalizar o
sobreextender la palabra. Parece que los niños hacen esto con un veinte o un
treinta por ciento de los primeros términos que aprenden y es más frecuente
hacia los 18 ó 20 meses. Las sobreextensiones son más frecuentes en el lenguaje
producido por el niño, y menos en el receptivo. Esto podría deberse a una
necesidad del niño por comunicarse cuando no conoce las palabras adecuadas, pero
también al reconocimiento de características semejantes en las cosas o en las
situaciones, y desde este punto de vista está ligado a la categorización.
El fenómeno de la sobreextensión fue explicado
por primera vez por Clark (1973), para quien la incorporación de una
palabra se relaciona con los rasgos perceptivos de su referente. Por ejemplo,
guau se relaciona con todo animal de cuatro patas. Posteriormente, añade otros
rasgos semánticos a la palabra y, por lo tanto, distingue guau de miau o muuu.
Los primeros rasgos que los niños parecen tener en cuenta son,
fundamentalmente, de tipo perceptivo, puesto que las sobreextensiones parecen
basarse en el movimiento, forma, tamaño, sonido y textura.
Clark denomina a su teoría del desarrollo
semántico hipótesis de los rasgos semánticos. Los niños aprenden el
significado de las palabras añadiendo uno tras otro rasgo semántico específico.
Cuando un niño aprende una palabra por primera vez ésta sólo contiene algunos
rasgos semánticos y así, el niño va a usar esa palabra de una forma más amplia
que el adulto. Los rasgos de percepción son los más comunes en esta etapa
inicial, especialmente los rasgos de percepción estáticos como la forma,
textura, sonido, pero también los de movimiento. Rasgos más abstractos se
añadirán más tarde. El desarrollo semántico consistirá en aumentar el número de
rasgos hasta que se iguale con el de los adultos. A medida que se aumenten los
rasgos que son también más específicos, se restringirá el dominio al que se
aplica la palabra. Este proceso ocurre al mismo tiempo que se introducen nuevas
palabras que irán haciéndose cargo de partes del dominio a las que la palabra
inicial se refería.
Esta teoría ha recibido distintas críticas.
Por ejemplo, Nelson (1974) propone que el niño elabora conceptos que se
amalgaman según las características funcionales de los objetos (sus
características de uso o las acciones que realizan: las sillas sirven para
sentarse, las pelotas ruedan...). En consecuencia, el uso del lenguaje viene
guiado por dichos conceptos, que responden a características funcionales, y no
a características perceptivas.
Por otro lado, Anglin (1977) señala
numerosos casos de subextensión en el lenguaje infantil. Es decir, el
niño emplea una palabra de forma restringida, sin aplicarla al conjunto de
objetos a los que se puede referir. Por ejemplo, emplear coche exclusivamente
refiriéndose a una marca determinada, y negar su extensión a otros coches.
Estos usos restringidos contradicen la posición de Clark sobre los rasgos
perceptivos de los objetos, pues este autor propone que las primeras palabras
se aplican a un ejemplo prototípico dentro del conjunto de objetos a que se
pueden aplicar.
El niño paulatinamente va a adquirir un mayor
dominio de los significados de su comunidad lingüística, a medida que emplea el
lenguaje en contextos interactivos con los adultos, gracias a la confrontación
de su lenguaje con el empleado por éstos.
EL DESARROLLO DE LOS ASPECTOS MORFOSINTÁCTICOS
El incremento del vocabulario infantil se
acompaña de un notable desarrollo de las producciones infantiles. Aparecen las
combinaciones de palabras de forma generalizada y se rellenan las producciones
mediante términos específicos (artículos, preposiciones...). Igualmente, se
inicia el uso de las flexiones y aparecen las marcas de tiempo, género,
número... Este desarrollo transcurre hasta los 5 ó 6 años, momento en el que
superficialmente el lenguaje del niño se asemeja notablemente al del adulto.
Aunque hay notables diferencias entre unos niños
y otros, desde la mitad del segundo años aparecen las primeras flexiones en los
nombres, en forma de marcas de plural y de género, y en los verbos, primero la
persona, más tarde los modos indicativo e imperativo, y luego las flexiones de
tiempo. Las formas verbales que emplean los niños de esta edad acostumbran a
ser el infinitivo y el presente, no apareciendo el pasado y el futuro hasta
después de los dos años. Igualmente, se inicia el uso de los artículos, los
demostrativos, los posesivos y los pronombres personales, pero con frecuentes
confusiones al principio. De cualquier forma, debemos señalar que la aparición
de estas formas lingüísticas en el habla infantil no implica su adquisición.
Por lo que respecta a los adjetivos, las primeras
formas aparecen poco después de los dos años, y el aprendizaje finaliza sobre
los tres años de edad.
Las primeras preposiciones que aparecen en el
lenguaje infantil, a los dos años, son “a”, que indica dirección y movimiento,
“en”, que señala la ubicación y “de”, que indica posesión. La finalidad o el
destino se expresan mediante la preposición “para” y su aparición es algo
posterior, alrededor de los dos años y medio.
En líneas generales, éstas serían las principales
etapas del desarrollo morfológico y semántico (Valmaseda, 1999):
·
9 - 18 meses: Producciones de una sola palabra.
Dificultad en adjudicar valor sintáctico a estas producciones, ya que para
algunos autores son palabras equivalentes a frases (holofrases), mientras que
para otros no.
·
18 - 24 meses: Producciones de dos elementos de
manera telegráfica, es decir, sin palabras funcionales. Expresan una gran
variedad de relaciones conceptuales subyacentes.
·
2 - 3 años: Producciones de tres y cuatro
elementos. Adquisición clara de estructura de frase simple. Enriquecimiento de
los sintagmas, tanto nominal como verbal. Se da la aparición de una gran
variedad de marcas morfológicas (de género, número...).
·
3 - 5 años: se empiezan a estructurar oraciones
complejas (coordinadas y subordinadas). Se adquiere un gran número de
partículas (conjunciones, adverbios, pronombres...). a esta edad podemos decir
que el niño ha adquirido ya lo esencial de la lengua.
A lo largo de este periodo, aparecen numerosos
errores en el habla infantil que, al igual que en el desarrollo semántico,
constituyen una fuente importante de datos para comprender el transcurso del
proceso. Vamos, pues, a analizar algunos aspectos de este desarrollo:
MARCAS DE GÉNERO Y NÚMERO
En las lenguas románicas, las marcas de género y
número aparecen muy pronto en el habla infantil, sobre los dos años y medio.
Sin embargo los niños continúan cometiendo errores durante un periodo más o
menos largo.
Los errores de número se refieren normalmente a
su generalización, a sustantivos que no admiten la cuantificación (arena, agua,
pereza...), o a errores de concordancia (por ejemplo, emplear el sujeto de una
oración en plural y el verbo en singular). Sin embargo, a pesar de que en estas
lenguas es necesario realizar distintas concordancias en el uso del número
(artículos, nombres, verbos, etc.), los errores son infrecuentes.
Los errores de género son más frecuentes. En su
mayor parte son errores de concordancia en los que el sujeto parece usar reglas
fonológicas para adoptar una marca de género. En castellano, niños y niñas
tienden a hacer concordar las palabras que acaban en -o con marcas de género
masculino (por ejemplo, el artículo el ), o las que acaban en -a, con marcas de
género femenino (por ejemplo, el artículo la). Por tanto, aparecen errores como
“la flora” por “la flor”, o “la silla es iguala” por “la silla es igual”.
ARTÍCULOS
Los artículos aparecen también muy temprano en el
habla de los niños que emplean una lengua románica. En castellano, el
aprendizaje del sistema del artículo en sus dos versiones, determinado e
indeterminado acompañadas de género y número, aunque se inicia antes de los dos
años no termina hasta los dos años y medio. En general, los artículos
indeterminados aparecen antes que las formas determinadas.
Los errores que aparecen son errores de
concordancia, tanto de género como de número. Pero también aparece otro tipo de
errores que remiten a su uso plurifuncional en el discurso. Por ejemplo, se
puede usar “un” tanto para designar como para cuantificar, en la expresión
“tengo un tren”. Los niños acostumbran a utilizar correctamente la forma “tengo
un tren” cuando se utiliza como designación, pero emplean la forma “tengo uno
de tren” para contar. Además, esta última forma la emplean después de haber
usado correctamente tengo un tren para contar.
PRONOMBRES
El sistema de los pronombres se adquiere durante
el periodo de los 2 a los 4 años. El curso de la adquisición de los pronombres
es más complejo que el de los artículos. Los pronombres personales de primera y
segunda persona del singular (yo, tú) aparecen relativamente temprano en el habla
infantil. Más tarde, aparece el pronombre de tercera persona de singular (él,
ella). Las formas de plural tardan bastante en hacerse presentes.
Los otros pronombres personales (mi, me, te, se),
aparecen también relativamente pronto, en tanto que las formas de plural (nos,
os...) se retrasan.
Los pronombres posesivos siguen un curso
semejante al de los pronombres personales, pero a edades más avanzadas,
retrasándose un poco las formas de singular (mi, mía, tuyo, suyo...) respecto a
las formas personales en singular. Sin embargo, esta escala no es constante
para todos los niños. Las formas del plural (míos, tuyos...) aparecen, sin
embargo, antes que las correspondientes formas personales de plural. La razón
se encuentra probablemente en su facilidad de adquisición, ya que únicamente
emplean la marca del plural -s, mientras que las formas personales difieren
notablemente en plural y en singular.
Los pronombres demostrativos siguen una pauta
semejante a los posesivos. Por último, los pronombres reflexivos aparecen
también muy temprano.
Luque y Vila (1990) señalan cómo la naturaleza
deíctica de los pronombres ha supuesto ciertos problemas; por ejemplo, al
inicio los pronombres son comprensibles sólo dentro de la situación donde se
usan, así como las confusiones en la referencia cambiante, por ejemplo cuando
ambos interlocutores usan yo para referirse a sí mismos y tú para referirse al
otro. Estos errores van a desaparecer antes de los tres años.
ORDEN DE LAS PALABRAS
En las lenguas románicas, el orden básico de la
oración es Sujeto- Verbo - Objeto, pero admite órdenes variables. En concreto,
tanto el castellano como el catalán o gallego, que no requieren el uso
obligatorio de pronombres personales junto con el verbo, tienen un orden más
variable porque factores pragmáticos pueden incidir en tematizar el objeto en
primera posición. Por eso es difícil discutir hasta qué punto se cometen
errores en el orden de las producciones infantiles.
Las primeras combinaciones de dos términos que
producen los niños tienen un orden muy variable; aparecen primero las formas
canónicas SV, SO y VO, pero también variaciones de ellas. Posteriormente, si
bien se mantiene de forma preferente el orden canónico, pueden aparecer órdenes
distintos, como VOS o OVS, o del tipo SOV.
De cualquier forma, los trabajos sobre el orden
de las palabras en lenguas románicas, especialmente el castellano y el catalán,
son escasos; son necesarios más estudios para poder establecer conclusiones
sobre su adquisición.
TIEMPO Y ASPECTO VERBALES
Las flexiones verbales también pueden aparecer
muy pronto, a los dos años y medio, primero la persona, más tarde los modos
indicativo en imperativo, y luego las flexiones de tiempo.
Inicialmente, los niños hablan del “aquí y
ahora”, empleando las formas de presente, infinitivo e imperativo.
Posteriormente, introducen las formas de pasado y de futuro, que aparecen entre
los dos y los tres años de vida.
Las formas del imperfecto están también presentes
hacia los tres años de vida, teniendo como función básica la duración de una
acción. El futuro, que está presente ya antes de los tres años, aunque
esporádicamente, aparece básicamente ligado a la acción del niño, expresando el
deseo de llevar a cabo una acción determinada; bastantes sujetos tienden a
realizar el futuro primero en forma perifrásica (voy a).
Igualmente, algunas formas del subjuntivo son muy
tempranas, apareciendo ya a los tres años de vida, aunque el dominio del modo
subjuntivo es más tardío que el del imperativo y del indicativo. La adquisición
de los tiempos de subjuntivo, el condicional, y los tiempos de pasado compuesto
(pretérito pluscuamperfecto) se inician en este periodo, pero son aprendizajes
que se consolidan posteriormente.
Junto a las flexiones verbales, los niños también
emplean otras marcas temporales o aspectuales; por ejemplo, emplean formas
lexicales como ahora, después, mañana... Sin embargo, la cohesión de todo el
sistema, a pesar de la precocidad en la aparición de muchas de sus formas, es
un proceso lento, y durante años los aprendices del lenguaje cometen errores en
su uso.
Los errores que se pueden observar más
frecuentemente consisten en regularizaciones de formas irregulares. Así, formas
como teno (tengo), pono (pongo), rompido (roto), hagado (hecho), etc., son
constantes en el habla infantil castellana. En general, tanto en las formas de
presente como en las de participio, los niños tienden a regularizar las formas
irregulares, manteniendo esta conducta durante bastante tiempo, incluso aunque
conozcan el error. Por otro lado, determinadas formas (por ejemplo, roto) se
utilizan inicialmente de forma correcta, pero se regularizan con el paso del
tiempo, cuando las formas verbales comienzan a cohesionarse en un sistema
único.
MARCAS TEMPORALES
Junto a los tiempos verbales, los niños también
emplean otras marcas temporales o aspectuales; por ejemplo, emplean formas
lexicales como ahora, después, mañana... Sin embargo, la cohesión de todo el
sistema, a pesar de la precocidad en la aparición de muchas de sus formas es un
proceso lento y durante años los aprendices del lenguaje cometen errores en su
uso.
ORACIONES COMPLEJAS
Las oraciones compuestas empiezan a desarrollarse
alrededor de los dos años y medio, especialmente las coordinadas. Las oraciones
compuestas subordinadas representan una mayor complejidad cognitiva. Los niños
deben entender, además, qué tipo de relación se establece entre dos enunciados,
ya sea de tiempo, de causalidad, de finalidad... Dentro de la gama de las
subordinadas, las explicativas “porque” son las de aparición más temprana.
En referencia a la comprensión de las formas
sintácticas más complejas, entre las que se encuentran las oraciones pasivas y
las de relativo, se ha podido constatar que se produce una evolución en función
de la edad, ya que algunas oraciones de relativo no son resueltas correctamente
hasta los 9 años de edad.
ADJETIVOS
Por lo que respecta a los adjetivos, las primeras
formas aparecen poco después de los dos años y el aprendizaje finaliza en los
tres años de edad.
PREPOSICIONES
Las primeras preposiciones que aparecen en el
lenguaje infantil a los dos años son “a”, que indica dirección; “en”, que
señala la ubicación, la inmovilidad, y “de” que indica posesión. La finalidad o
el destino se expresan mediante la preposición “para” y su aparición es algo
posterior, alrededor de los dos años y medio.
A pesar de que alrededor de los cinco años el
niño ha adquirido las reglas básicas de su lengua, no es hasta los ocho o nueve
años cuando este proceso puede darse por finalizado. La correcta utilización y
comprensión de las formas sintácticas más complejas, entre las que se
encuentran algunas estructuras adverbiales, las oraciones pasivas y de relativo,
requerirán aún algunos años antes de considerarse firmemente adquiridas. Por
ejemplo algunas oraciones de relativo no son resueltas correctamente hasta los
9 años de edad.
LAS MODALIDADES DEL DISCURSO
La adquisición de los medios formales necesarios
para marcar los diferentes tipos de frase, de modo que el interlocutor pueda
saber si la frase pronunciada es una orden, una exclamación, una declaración o
una pregunta, procede en varias etapas (Rondal y Brédart, 1995):
1ª Etapa: entre los 12 y los 14 meses, el
niño recurre a la entonación para expresar la diferencia entre lo que él
considera una orden, una declaración o una pregunta.
2ª Etapa: Coincide con la aparición de los
enunciados de dos palabras o más. Los enunciados imperativos pueden entonces
diferenciarse de los enunciados afirmativos por la ausencia del sintagma
nominal sujeto. Los enunciados negativos se diferencian de los afirmativos por
la aposición al principio o al final del enunciado del elemento negativo “no”.
Las preguntas se forman por medio de la entonación, como en la etapa
precedente, o por medio de una palabra interrogativa.
3ª Etapa: A partir de los 4 años
aproximadamente, las diversas modalidades del discurso reciben un tratamiento
cada vez más conforme a las exigencias formales de la lengua. Desde ese
momento, las preguntas son producidas, bien por medio de un perfil de
entonación, bien por medio de la inversión del orden habitual del sujeto y el
verbo, o bien puede venir introducida por medio de un pronombre, un adjetivo o
un adverbio interrogativo.
Silvestre y Solé (1993), señalan que las
primeras frases simples emitidas por los niños son declarativas, interrogativas
y negativas:
·
Declarativas: Son las producciones cuya
finalidad es hacer una afirmación o dar una información sobre algo o alguien.
La estructura de orden SVO suele ser la forma predominante en los comienzos.
·
Interrogativas: Conocen un desarrollo
importante a partir del tercer año, cuando empiezan a producir enunciados de
dos o más palabras. Inicialmente, las frases interrogativas son iguales que las
declarativas, con la diferencia del carácter ascendente de la frase
interrogativa. Cuando van incorporando las partículas interrogativas,
especialmente a partir del tercer año, se convierten en un instrumento básico
para formular preguntas al adulto y pedir información sobre el entorno.
·
Negativas: La evolución de estas frases
es más compleja y pasa por distintas fases intermedias, antes de alcanzar la
forma adulta. En la forma más primitiva la negación consiste en un simple gesto
de rechazo. El “no” sólo aparece en la etapa holofrásica. En las producciones
con dos palabras la negación suele anteponerse al nombre o al verbo, aunque aún
pueden aparecer algunas producciones en las que la negación ocupa la posición
final.
EL DESARROLLO PRAGMÁTICO
Tal como señala Belinchón (1995), la
investigación sobre los progresos de aprendizaje lingüístico en las primeras
etapas del desarrollo ha ido desplazándose desde posiciones estrictamente
estructurales hasta posiciones más funcionales, en las que el estudio del uso
del lenguaje por parte de los hablantes (pragmática) ha llegado a convertirse
en uno de los principales, si no el principal, tema de análisis.
Desde esta perspectiva, la competencia
lingüística ya no va a referirse únicamente a la competencia gramatical
chomskiana, sino también a la competencia pragmática o comunicativa. De este
modo, las emisiones verbales dejan de ser consideradas como un instrumento más
que el sujeto utiliza para comunicar a su interlocutor una determinada
intención.
En lo que respecta al estudio del lenguaje
infantil, “la evaluación desde un punto de vista pragmático se centra en el
cómo y en el qué es lo que comunica el niño. El nivel de complejidad sintáctica
y el desarrollo del vocabulario se consideran instrumentos para comunicar una
potencia comunicativa más que fines en sí mismos (de la evaluación)”.
ADQUISICIÓN DEL SIGNIFICADO: DEL GESTO A LA
PALABRA
Siguán (1984) expone cómo en el segundo semestre
de vida el niño posee un lenguaje gestual adaptado a sus necesidades
perfectamente, aunque por muy poco tiempo. A lo largo de los dos semestres
siguientes se producirá un cambio cualitativo en su sistema de comunicación. El
niño sustituirá progresivamente la comunicación gestual por la comunicación
verbal y, aunque la primera seguirá estando presente a lo largo de la vida, el
papel principal acabará por corresponder a la segunda.
En cuanto a la preparación de la etapa verbal en
la etapa gestual, además del entrenamiento fonético y el entrenamiento en las
reglas formales del diálogo hay también una auténtica preparación de los
significados verbales. Para abordarlo hemos de considerar que desde el
nacimiento la madre no sólo sostiene un diálogo gestual con el niño, sino que
además desde el primer día la madre le habla.
El lenguaje que la madre y los demás adultos y
niños mayores utilizan al dirigirse al niño denominado “habla de estilo
maternal”, es fácilmente comprensible, debido a sus características. Es
gramatical y fonéticamente correcto, más correctamente construido y más
claramente pronunciado que el lenguaje que se utiliza al dialogar con otros
adultos. Además, es un lenguaje simple, repetitivo y enfático, pues no sólo la
pronunciación es clara y el tono ligeramente alto, sino que la entonación y los
aspectos gestuales de la voz están muy marcados. El habla de estilo maternal
está acompañada de gestos que tienen el mismo significado o un significado
relacionado con el de los enunciados verbales, y adaptado al nivel de
competencia del niño, refiriéndose generalmente a situaciones y objetos
presentes y familiares.
Lo primero que advertimos en el lenguaje
maternal, es que cada enunciado se presenta aislado, con un valor significativo
propio, referido a una situación concreta, y acompañado de unos gestos
específicos. De este modo, lo primero que aprende el niño en este diálogo
materno, es que el lenguaje se organiza en frases. Además, cada frase está
dicha en un tono particular, claramente relacionado con la situación en la que
el niño se encuentra, y también con la gesticulación materna que acompaña al
enunciado. Así el niño aprende a distinguir por el tono de voz y por la
entonación los diferentes tipos de frases. También es capaz de repetir la misma
entonación con parecida intención.
En el lenguaje materno el niño no sólo capta su
estructura discontinua y su intencionalidad, sino incluso en alguna medida su
significado concreto, ya que cada uno de los enunciados maternos se refiere a
una situación vivida por el niño.
La mayoría de los autores sitúan la aparición de
la primera palabra hacia el final del primer año o comienzos del segundo,
denominándose período holofrásico a aquel en el que el niño se comunica
usando sólo una palabra. De la misma forma que el niño va negociando y
extendiendo el significado de sus primeras palabras, cada vez comprende mejor
el carácter instrumental del lenguaje. Así, por una parte comienza a incorporar
palabras con un claro valor referencial que son reconocidas como más eficaces y
económicas en relación con funciones comunicativas (requerimiento,
ofrecimiento, rechazo, etc.), que anteriormente realizaba gestualmente. Por
otra parte, no tarda mucho en reconocer que el lenguaje refleja la realidad y
que, por tanto, todo aquello que se presenta como diferente se puede también
etiquetar de forma diferente, es decir, aparece el “insight designativo”. A
partir de este momento, el niño incrementa rápidamente su vocabulario, debido a
la necesidad de nombrar la realidad que le circunda en los contextos en los que
participa o de expresar sus intenciones en dichos contextos.
Las primeras palabras que emite el niño no tienen
exactamente el mismo significado con que las emplean los adultos, sino que
poseen un significado idiosincrático relacionado con rasgos perceptivos o
funcionales de los objetos, las personas o las acciones.
La aparición de las primeras palabras se
relaciona con los formatos. Una de las características de los formatos reside
en su carácter repetitivo y pautado. La repetición no se refiere exclusivamente
a las reglas que subyacen a cada uno de los juegos, sino también a las conductas
que el adulto realiza en ellos. Éstas son, en muchos casos, verbalizaciones que
acompañan a los distintos segmentos de sus acciones. Estas producciones tienden
a ser estables y a pronunciarse, algunas de ellas, de forma sistemática en
relación con determinados segmentos de acción. No es extraño que el bebé
incorpore dicha conducta a sus propias verbalizaciones, empleándola en el mismo
lugar que la emplea el adulto. En este primer momento, las palabras que
incorpora el niño se relacionan directamente con estos contextos y sólo se
utilizan en ellos. Sin embargo, dos o tres meses después del uso inicial de
estas primeras palabras, comienzan a generalizarse y a emplearse en contextos
en los que nunca antes las ha empleado el adulto. De este modo, pasan de ser un
gesto vocálico con un significado totalmente contextualizado en un juego
conocido, para dotarse de las características del lenguaje, arbitrariedad y
convencionalidad. De esta forma, el adulto facilita el tránsito del gesto a la
palabra. No sólo estructura sus intercambios de forma que el niño pueda
predecir sus conductas, sino que los marca lingüísticamente de modo que pueda
entresacar trozos significativos del flujo constante del habla.
Vila destaca cómo un formato de atención
conjunta decisivo para el aprendizaje de la designación es el de lectura de
libros. En él se establece un conjunto de rutinas designativas que permiten a
los niños y niñas incorporar nuevas palabras y reconocer que el lenguaje es un
instrumento que refleja la realidad. Dichas rutinas se constituyen según la
pauta en la que el adulto llama la atención del niño sobre un objeto, empleando
principalmente el nombre del niño o la palabra “mira”. Posteriormente, una vez
que el niño centra su atención, emplea una pregunta del tipo “qué” (¿qué es
esto?, ¿qué está aquí?, ¿dónde está X?).
En un primer momento, el niño sitúa sus
vocalizaciones en este punto en forma de balbuceos, recibiendo el beneplácito
del adulto, que acostumbra a emplear vocalizaciones del tipo “sí, es un X” o
“sí, está aquí”. Más adelante, una vez que el niño reconoce alguna forma
fonéticamente estable (gato, tren, guau...) para responder a la solicitud del
adulto, éste le obliga a utilizarla siempre que se encuentran delante del
dibujo correspondiente, no permitiendo que el niño pase a otro dibujo hasta que
no responda correctamente a su solicitud. Cuando el niño emplea también dicha
palabra incorrectamente, el adulto acostumbra a establecer contrastes en su
lenguaje del tipo “no es un gato, es un pájaro; el gato está aquí” (señalando
el lugar donde se encuentran el gato y el pájaro). Esta rutina, que se inicia
muy temprano, ayuda al niño a reconocer que la realidad que se le aparece como
diferente se puede también etiquetar de forma diferente, haciendo posible que, entre
los 20 y los 24 meses, cuando el niño tiene un vocabulario activo de unas 60 a
80 palabras, aparezca el insight designativo. Es decir, el niño súbitamente
comienza a incorporar palabras, incrementando rápidamente su vocabulario. A
partir de este momento solicita el nombre de los objetos, de sus atributos o de
las acciones y de los estados, finalizando la transición del período
prelingüístico al lingüístico.
Las palabras aumentan poco a poco su número
hasta, aproximadamente los 20 -24 meses. A la edad aproximada de dos años se ha
alcanzado la cifra de 60 a 80 palabras. Posteriormente, experimenta un
crecimiento rapidísimo, de forma que en no más de dos meses incorpora el mismo
número de palabras que había incorporado en 10 -12 meses. Existe siempre, al parecer,
un cierto desfase entre comprensión y producción, precediendo siempre la
comprensión a la producción. Sin embargo, no nos podemos quedar con los datos
puramente cuantitativos, sino que es más importante saber cómo el niño usa las
palabras que el número de ellas empleado.
La incorporación de una palabra al vocabulario
activo del niño no supone que se adquiera con todo el significado con que la
emplea la comunidad lingüística. La adquisición del significado y las palabras
es paulatina. Vila comenta los errores que se observan en el primer lenguaje.
En primer lugar aparecen frecuentemente sobreextensiones de las palabras, es
decir, se refieren con ellas a otros muchos objetos a los cuales no se aplica
habitualmente y que pueden no tener ninguna relación semántica con la palabra
en cuestión. Según Delval lo que hace el niño es captar una característica
común entre esos objetos y esto le ha llevado a generalizar o sobreextender la
palabra. Parece que los niños hacen esto con un 20 ó 30% de los primeros términos
que aprenden y es más frecuente hacia los 18 ó 20 meses. Las sobreextensiones
son más frecuentes en el lenguaje producido por el niño, y menos en el
receptivo. Podría deberse a una necesidad del niño por comunicarse cuando no
conoce las palabras adecuadas, pero también al reconocimiento de
características semejantes en las cosas o en las situaciones, y desde este
punto de vista estaría ligado a la categorización.
Aproximadamente a los dos años, cuando el niño ya
es competente para participar en regulaciones dialogales mutuas, el adulto, sin
dejar de acomodarse al interlocutor infantil, va aproximando su habla al patrón
habitual. El habla del niño empieza a asemejarse al habla convencional cuando
los adultos próximos abandonan el estilo maternal en comunicación con él.
HIPÓTESIS DE LOS RASGOS SEMÁNTICOS
Clark denomina a su teoría del desarrollo
semántico hipótesis de los rasgos semánticos. Los niños aprenden el significado
exacto de las palabras añadiendo uno tras otro rasgos semánticos específicos.
Cuando un niño aprende una palabra por primera vez ésta sólo contiene algunos
rasgos semánticos, y así la usa más ampliamente que el adulto. Los rasgos de
percepción son los más comunes en esta etapa inicial, especialmente los rasgos
de percepción estáticos, como la forma, el tamaño, la textura, el sonido, pero
también los de movimiento. Rasgos más abstractos se añadirán más tarde. El
desarrollo semántico consistiría en aumentar el número de rasgos hasta que se
iguale con el de los adultos. A medida que se aumenten los rasgos que son
también más específicos se restringirá el dominio al que se aplica la palabra.
Este proceso ocurre al mismo tiempo que se introducen nuevas palabras que irán
haciéndose cargo de partes del dominio a las que la palabra inicial se refería.
Esta teoría ha recibido distintas críticas.
Nelson (1974) propone que el niño elabora conceptos que se amalgaman según las
características funcionales de los objetos: sus características de uso o las
acciones que realizan. En consecuencia, el uso del lenguaje viene guiado por
dichos conceptos, que responden a características funcionales, y no a
características perceptivas.
Anglin (1977) señala numerosos casos de
subextensión en el lenguaje infantil; es decir, el niño emplea una palabra de
forma restringida, sin aplicarla al conjunto de objetos a los que se puede
referir. Estos usos restringidos contradicen la posición de Clark sobre los
rasgos perceptivos de los objetos. Anglin propone que las primeras palabras se
aplican a un ejemplo prototípico dentro del conjunto de objetos a que se pueden
aplicar, es decir, a aquellos que muestran más rasgos en común con el resto de
los ejemplos de la misma categoría semántica. Así, por ejemplo, será más fácil
que considere como referente de la palabra pájaro a un canario que a un
pingüino.
El niño, paulatinamente, va a adquirir un mayor
domino de las significados de su comunidad lingüística, a medida que emplea el
lenguaje en contextos interactivos con los adultos, gracias a la confrontación
de su lenguaje con el empleado por éstos.
ADQUISICIÓN DE LOS ASPECTOS FUNCIONALES
Como ya hemos señalado anteriormente, el
desarrollo de los aspectos formales va íntimamente ligado a la función
comunicativa que expresan. A partir de los estudios realizados por autores como
Halliday, Dore o Bates, diferentes investigaciones se han dedicado a analizar
los usos funcionales de la comunicación de los niños, tanto en etapas
propiamente lingüísticas como prelingüísticas. Todos ellos han resaltado la
idea de que el lenguaje evoluciona desde una base funcional, pragmática, es
decir, la intención comunicativa sería previa a la utilización de formas o
estructuras. Sin embargo, si no se da un desarrollo formal adecuado,
paulatinamente más complejo, las funciones comunicativas se mantienen primitivas.
Existen diversos modelos o propuestas de estudio
de las funciones comunicativas y de su desarrollo, aunque todos coinciden en
resaltar las siguientes funciones como las más importantes:
· Función
reguladora: Gran parte de los intercambios comunicativos están en función
de la expresión de los deseos, bien para conseguir objetos del entorno, la
acción del interlocutor, o que éste realice una acción concreta.
· Función
declarativa: El objetivo es transmitir y compartir la información. Ésta
puede ser variada: identificar objetos, describir sucesos, informar acerca de
emociones, sensaciones o sucesos mentales, explicar razones, causas,
justificaciones.
· Función
interrogativa o heurística. A través de esta función el niño investiga
acerca de la realidad, se dirige a su interlocutor para obtener información.
La función reguladora es la primera en aparecer
en el desarrollo del niño, seguida de la función declarativa. Los preludios de
ambas los encontramos en la etapa preverbal (protoimperativos y
protodeclarativos). Poco a poco el niño comienza a investigar sobre la realidad
de manera que cuando llega a la edad de dos años podemos considerar que ya tiene
adquiridas las funciones comunicativas más importantes. A partir de ese momento
se produce un doble desarrollo: por un lado, las funciones se van enriqueciendo
y matizando; por otro, los niños serán cada vez más capaces de expresar una
misma función comunicativa a través de diversas formas y viceversa.
En edades escolares, el desarrollo pragmático
continúa. El desarrollo de las funciones del lenguaje constituye sólo una parte
de una buena competencia comunicativa. El niño deberá aprender también a
diferenciar entre diversos contextos e interlocutores y saber qué de espera de
su participación como interlocutor en relación al contexto social en el que se
halla inmerso, lo que implica tener un conjunto complejo de actividades y
conocimientos relativos a cuándo hablar y cuándo no, de qué hablar, con quién,
dónde, cuándo y de qué manera.